Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
CONCI_USIONES otro emancipatorio más laboral y finalmente, se señaló que a fines del siglo xx, a través del tema de género se plantea en la cultura y la política el tema del reconoci– miento. Por eso, no solo es importante el tema de género. Básicamente, la forma en que la cultura impacta o interpreta a la política es que obliga a esta a tener políti– cas, no solo de inclusión social, sino de reconocimiento de la diferencia. De alguna manera, de hacerse cargo de los saberes y poderes que circulan por la sociedad. No es solo perspectiva de género, porque luego se amplía a etnia, a juventud, a sexualidad, etc. Lo que se plantea aquí es la bisagra misma entre cultura y política, cómo se negocian las alteridades, cómo se resemantiza el poder, el prestigio, cómo se conjuga la igualdad de oportunidades con el derecho a la diferencia. Finalmente, en la parte de cultura se hizo una crítica a lo que pasa en Chile en este ámbito, señalándose que hay más pluralidad que pluralismo, más tolerancia pasiva que activa, más diversidad constatada que reconocida activamente y que la democracia podría ser un buen marco en términos de orden simbólico, en términos de estímulo para pasar a una tolerancia activa, es decir a un multiculturalismo proactivo, de conversación entre diferentes. Como se señaló, en Chile sí se ha avan– zado notoriamente en la institucionalidad cultural pública. Quizás tenemos más avances en el sentido política cultural, que en cultura política. La cuestión, retomando lo anterior, es cómo articular la institucÍonalidad pública con la producción de símbolos, imaginarios, sensibilidades en el corazón de la sociedad. Y no solo con la producción de arte y conocimiento en el sentido refinado o ilustrado. En la sesión de la mañana, que fue la sesión de política, se partió señalando el paralelismo entre los procesos de fragmentación y polarización que llevaron al gol– pe militar en Chile, en el 73, y al golpe en Brasil, en el 64. Es decir, los procesos previos de polarización. Se dijo que ambos gobiernos militares promovieron la modernización económi– ca, aunque eso después fue discutido. La dinámica de crecimiento, por una parte mediante privatizaciones, y por el otro mediante la expansión de la empresa estatal, el Estado corporativo, el modelo burocrático autoritario, como ha sido llamado después. La dictadura chilena fue autocrática y completa. En un sentido, fue casi emble– mática. La brasileña habría sido más sui generis, con rotación de dictadores, elec– ciones en el congreso, padrón electoral, existencia de algunos partidos, etc. Hoy, en Brasil, el drama parece ser que la economía se mantiene pujante, pero con niveles dramáticos de exclusión social y concentración del ingreso. Es decir, hay una extraña funcionalidad en que ambas cosas puedan darse juntas como mo– delo de desarrollo, dado que hay un mercado interno compuesto por los incluidos, suficientemente grande como para alimentar o combustionar la economía. En sentido parecido, se dijo que estaba pendiente una constitucionalización del Brasil. Entendida esta como una titularidad efectiva de derechos que han sido plas– mados en la Constitución, pero no en la práctica para grandes zonas y grupos del país que no acceden a relacionar los derechos. Es decir, hay un problema claro de paso del de jure al de {acto. Brasil se planteó entonces como una república inacabada. Chile sería distinto, porque, por supuesto tenemos grandes desigualdades, pero un avance fuerte, como se dijo después, en materia de inclusión sociaL
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=