Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

30 25 20 1990 1992 ANDRÉSPALMAIRARRÁzAVAL 1994 1996 1998 2000 2003 Fuente: División Social, MIDEPLAN, a partir de encuesta CASEN 2003 GRÁFICO 2 EVOLUCIÓN DE LA INDIGENCIA I990-2003 (PORCENTAJE DE LA POBLACIÓN POR DEBAJO DE LA LiNEA DE INDIGENCIA) La escolaridad promedio ha incrementado de 9 años de estudio a 10,1 entre 1990 y 2003; la escolaridad del 20% más pobre solo ha aumentado de 7,3% a 8,1 %. En la enseñanza media la cobertura subió de un 80,3% a un 92,6%, y la del 20% más pobre de la población de 73,3% a 87,5% entre 1990 y 2003. Por su parte, la de la educación superior subió de 16% a 37,5% entre 1990 y 2003, Y en el quintil más pobre de 4,4% a 14,5%. En 1990, la educación preescolar atendía al 20,9% de los niños y llegó al 35,1% en 2003. Para los más pobres, las cifras fueron 16,9% y 30,3%, respectivamente. El porcentaje de personas de 20 a 24 años que ha terminado la enseñanza media fue de 52,3% en 1990 y de 75% en 2003. Para el 20% de más altos ingresos, las cifras fueron 84,4% y 95,3%, en tanto que para los más pobres, de 26,3% y 52,4%. (Ver Gráfico 3 en página siguiente). Al analizar el impacto de la educación, vemos que una persona que solo ha completado el primer ciclo básico de estudio gana, en valores líquidos, de 0,86 a 0,99 veces el ingreso mínimo. Si tiene educación básica completa, gana 1,04 a 1,05 veces el ingreso mínimo. Con doce años de estudio (equivalentes a la enseñanza media) gana 1,38 veces dicho ingreso; y con 17 años de estudio (es decir con grado universitario) 4,01 veces. Estas cifras consideran el ingreso mediano de dichos nive– les de estudio, y muestran que las diferencias entre la educación básica incompleta, y la educación básica completa, y entre esta y la media completa, son muy inferio– res a las de los países desarrollados y muy inferiores también sí se comparan con los años de educación invertidos. En tanto, la diferencia entre enseñanza media com– pleta y universitaria es muy superior a la que encontramos para esos niveles en los países desarrollados. Esto permite apreciar que en la sociedad chilena la distribu– ción de los activos es muy desigual. 27 2

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