Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

ANDRÉS PALMA lRARRÁZAVAL En primer lugar el empleo, que naturalmente constituye la fuente primaria de generación de ingresos y bienestar, que al perderse deteriora las condiciones de vida y al recuperarse ayuda a restablecerlas. Por cierto, el tema está vinculado a condi– ciones macroeconómicas, pero también a niveles de educación, capacitación yapti– tudes laborales, que son parte fundamental de las políticas sociales, y que en el caso de Chile alimentan parte de la reforma del sector, pero también el desarrollo de Chile Califica, un completo programa de capacitación laboral, certificación de ha– bilidades y alfabetización desarroHado conjuntamente por los Ministerios de Edu– cación, Trabajo y Economía. Una segunda causa de cambio en las condiciones sociales detectada por el estu– dio de Panel se vincula a la aparición de graves condiciones de salud, producto de accidentes o de las denominadas enfermedades catastróficas. En este caso, además de los costos por la pérdida de empleo que llevan consigo, se dan los costos de la atención y tratamiento, que pueden significar y significan, un empobrecimiento muy importante debido a la falta de capitales propios y de fuentes de ingreso esta– bles. Este es, posiblemente, el principal impacto del Plan AUGE, que establece parámetros de costo del postratamiento y condiciona los copagos a una proporción de los ingresos regulares de las familias. De acuerdo con el estudio, las crisis familiares constituyen la tercera causa de empobrecimiento de las familias, debido a dos características de las familias chile– nas, especialmente de las de bajos ingresos. Ellas son que normalmente es uno solo el aportante de ingresos, por lo general el varón y por eso mismo, la participación laboral femenina es muy baja. Cuando se produce un conflicto que resulta en una separación, lo que era un hogar pasa a ser dos, y el grupo más numeroso, que generalmente queda con la madre, no tiene sustento económico, en circunstancias de que el jefe de hogar tampoco ha desarrollado habilidades para generar ingresos. Esta situación genera una condición de gran vulnerabilidad, y por eso el Sistema Chile Solidario considera el trabajo con la familia, más allá de los individuos que la integran. Trabajar en políticas sociales desde los espacios de participación y de ejercicio de derechos es una manera diferente de buscar el desarrollo y la equidad, y por ello, aunque en muchas formas de las políticas haya continuidad, el énfasis que se pone en ellas caracteriza una etapa diferente, que está en pleno proceso de formación. La experiencia de Chile Solidario y de Chile Barrio, entre otros programas y proyec– tos, demuestra que el éxito de las políticas depende de algo tan simple como eficaz: no es el ciudadano el que debe acudir al Estado, sino que este debe ponerse al servicio de las personas en forma proactiva. Para erradicar los campamentos y terminar con la marginalidad en el país debemos golpear las puertas de los sin casa e indigentes. Este es el estadio de modernidad al cual aspiramos. La modernidad no es un objetivo ni una quimera, sino antes que nada un enfoque metodológico para alcanzar fines compartidos. Cuando las políticas sociales se emplazan en el espacio público de sus beneficiarios, no solo se dignifica a estos sino que también se les restituye la soberanía que les pertenece. De esta manera, el Estado ha constituido la política social y establecido sus compromisos en términos de bienestar de la población. Se ha construido un nuevo tipo de Estado de bienestar, en que no es propia o necesariamente el Estado el que

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