Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
EL PENSAMIENTO DESARROLLlSTA EN BRASIL el criterio estructuralista (Formación Económica de Brasil, 1959), con lo cual construyó el método histórico estructural, que tuvo gran influencia en el pen– samiento brasileño en las décadas siguientes. Segundo, agregó la posibilidad de que se produjera una tercera tendencia perversa, inherente al subdesarrollo brasileño, esto es, la permanencia del subempleo (Desarrollo y Subdesarrollo, 1961). En las economías subdesarrolladas la estructura ocupacional con oferta ilimitada de mano de obra se modificaría lentamente debido a que el progreso técnico, de elevado coeficiente de capital no se prestaría para absorber a los trabajadores que se desempeñan en la vasta economía de subsistencia. En con– secuencia, el sistema tendería a la concentración del ingreso y a un creciente grado de injusticia social 13 • Esta contribución sirvió de base a toda una posterior incursión en el tema de las relaciones entre crecimiento y distribución del ingreso por la vía de las relaciones entre perfiles de oferta y demanda de bienes y servicios. Volveremos sobre este tercer aporte de Furtado al estructuralismo I4 • A la izquierda del desarrollismo se encontraba la corriente socialista. Su re– flexión económica partía de la perspectiva de la revolución socialista, o de la tran– sición al socialismo (Caio Prado Jr, Nelson Werneck Sodré, Aristóteles Moura, Moisés Vinhas, etc.). En su mayoría eran intelectuales asociados al partido comunista -y, al inicio de los años 60, también intelectuales disidentes del partido-. Tal como los desarrollistas nacionalistas, los socialistas defendían la estrategia de industrializa– ción con fuerte intervención estatal-como vía de «desarrollo de las fuerzas produc– tivas», en su lenguaje- así como de control del capital extranjero. Pero la perspec– tiva desde la cual hacían su análisis se subordinaba a la discusión de la etapa de la revolución socialista definida por el partido comunista brasileño 15 • La discusión del proceso revolucionario tenía por matriz teórica el materialismo histórico. Como los desarrollistas, los socialistas entendían que la sociedad pasaba por una etapa de superación de la economía colonial exportadora y de transición 1) El análisis del subempleo se acompaña de otras dos ideas complementarias; a saber: el subde– sarrollo debe ser entendido como una de las líneas históricas de proyección del capitalismo industrial céntrico a nivel global; que se materializa mediante empresas capitalistas moder– nas sobre estructuras arcaicas y forma economías híbridas, profundamente heterogéneas (esto estará en toda la discusión de la teoría de la dependencia, que se difundirá a lo largo de los años 60). La segunda idea consiste en que el subdesarrollo es un "proceso histórico autónomo» que tiende a perpetuarse, que no puede considerarse como una simple etapa de desarrollo por la cual pasan todos los países, so pena de subestimar la movilización social y la política necesaria para superarlo. 14 Ver Subdesarrollo y estagnacíóll de América Latina (Furtado, 1965). La cuarta contribución vendría más tarde, con un análisis del subdesarrollo como cierto «sistema de cultura» (mate– rial y no material): un sistema cultural «bloqueado» (Furrado, 1984). 15 En el problema de las inversiones estatales, por ejemplo, mientras los desarrollistas se propo– nían simplemente como forma de garantizar la industrialización, sin entrar en mayores con– sideraciones de naturaleza política, los socialistas veían el tema como parte de la discusión sobre la transición al socialismo, y dentro de la agenda política de la promoción de esa transición. Así fue en todos los temas económicos analizados: capital extranjero o estatización; inflación y balance de pagos; reforma agraria o cualquier otro tema de la economía política de la época.
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