Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

PROMESAS y DESAFÍOS DE LA EVOLUCiÓN DE LAS POLÍTICAS SOCIALES a los menores de 6 años, todos estos casos vinculados a la asistencia a los controles de salud correspondientes; y de las becas de alÍmentación escolar, que se ampliaron masivamente a comienzos de los años 70 con la creación de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas. Como parte de los incentivos, y para crear conciencia de la responsabilidad social de financiar al Estado, se creó un sistema relacionado con el cumplimiento de las obligaciones tributarias, el «sorteo de las boletas de compraventa», que era una especie de lotería vinculada a los números de los comprobantes de ventas y servi– cios, antes de que se estableciera el Impuesto al Valor Agregado, a mediados de los años 70. Los resultados del país en términos de políticas sociales fueron compatibles con estas prácticas, pero a su vez estuvieron sujetos al ciclo de las políticas económicas y a la (in)estabilidad política. Ello se refleja en la aparente contradicción que se desprende de los distintos indicadores. Por una parte se aprecia una mejora sosteni– da de los indicadores de salud, si bien con diferentes énfasis o velocidades, pero en los últimos cincuenta años no se observa retroceso, y lo mismo ocurre con los indicadores de escolaridad y alfabetismo. Sin embargo, al mismo tiempo hay una evolución enorme en los niveles de empleo, cobertura previsional y pobreza y equi– dad, que siguen al ciclo económico y, en cierta medida, político, registrando avan– ces, pero también retrocesos. Lo más significativo de ello se manifiesta en las esta– dísticas de distribución del ingreso, que revelan un significativo paso atrás a lo largo del tiempo, en el período respecto del cual hay estadísticas comparables (Ffrench-Davis, 2003). Esto podría explicar la razón por la cual los indicadores de capital, por su proceso de acumulación, pero también por la permanencia de las políticas, incluso en las situaciones más críticas, frenaran el impacto de los ciclos, mientras que los indicadores de ingreso o de flujos reflejaron ese ciclo. A fines de los años 70, al realizarse las primeras encuestas nacionales de situa– ción social y de salud, que luego originarían la serie CASEN (Encuesta de Caracteri– zación Socioeconómica Nacional), a raíz de la evaluación solicitada por el gobier– no al PNAC debido al interés en sustituirlo por la entrega de un bono en dinero, que luego se comprobó que no era socialmente rentable (Torche, 1980), una de las cuestiones que llamó más la atención a los salubristas fue que no se hubieran modi– ficado las condiciones biomédicas de los recién nacidos, pese a la fuerte crisis eco– nómica vivida por el país en 1975 y al deterioro consiguiente de los indicadores sociales más tradicionales y vinculados al trabajo y el ingreso. Con el tiempo, lo que puede afirmarse es que las redes de salud y de educación eran más sólidas, y que los indicadores tradicionales de evaluación están más vinculados con la cober– tura que con la calidad (que sí sufrió un importante deterioro), como quedaría demostrado avanzada esta década. Como se describe en el estudio Gasto Público en Servicios Sociales Básicos en América Latina y el Caribe (PNUD/UNICEF/CEPAL, 1999), "la mayoría de los auto– res distingue tres períodos en la historia de las políticas sociales en Chile». El prime– ro se caracteriza por el incremento gradual de las coberturas, asunto que se desa– rrolla a la par con el incremento del gasto social, que dicho informe lo sitúa en un 20% del PIB en 1970. En ese período tiene lugar la expansión de la cobertura de salud y educación, pero también de programas de reformas estructurales, princi-

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