Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

EL PENSAMIENTO DESARROLLlSTA EN BRASIL dos Unidos (1950-1954) -encargada de estudiar 41 proyectos de inversión en infra– estructura- y el Banco Nacional de Desarrollo (BNDE), fundado en 1952. En ese proyecto, que tendría el apoyo de los desarrollistas nacionalistas, apare– cían los principales nombres del desarrollismo no nacionalista: Horacio Lafer, Valentim Boucas, Ary Torres, Glycon de Paiva y, en etapa de formación ideológica para un posterior alineamiento y liderazgo, el hasta entonces nacionalista Roberto Campos. En el panorama político brasileño del período en estudio, Campos repre– senta la «derecha» de la postura desarrollista. Por un lado, trabajó con el proyecto de industrialización del país, por ejemplo, como principal creador del Plan de Me– tas del Presidente Kubitschek y también como su principal ejecutor, en calidad de Secretario General y después Presidente del BNDE, entre 1956 y 1959; por el otro, defendió la idea de atraer capital extranjero, inclusive hacia los sectores de minería y energía, y atacó la solución estatal en casi todos los casos en que podía pensarse en una solución privada 9 • Un momento de gran inspiración analítica de Campos fue la concepción de la planificación parcial o sectorial que rigió el Plan de Metas. La idea, más tarde elaborada teóricamente por Hirschman, era la siguiente: la estrategia ideal de inter– vención del gobierno seria concentrarse en los «puntos de estrangulamiento» del sistema industrial, con lo que estos se transformarían en «puntos de germinación y crecimiento», ya que automáticamente generarían estímulos de mercado para el sector privado en el resto de las actividades económicas -o sea, «desequilibrios» inductores de nuevas inversiones, «hacia delante» y «hacia atrás» de las respectivas cadenas productivas. El grupo más numeroso fue el de los desarrollistas nacionalistas. En la inmedia– ta postguerra, el desarrollismo nacionalista enfrentó al liberalismo del gobierno de Dutra mediante algunos núcleos de resistencia, entre ellos el Departamento Econó– mico de la CNl, cuya dirección Roberto Simonsen confió a Rómulo de Almeida, y la Fundación Getúlio Vargas, donde el grupo de los neoliberales Gudin y Bulhoes solamente empezaría a tener hegemonía a partir de 1952, después de la salida de Richard Lewinsohn y Américo Barbosa de Oliveira. El segundo gobierno de Vargas dio a los nacionalistas nuevas condiciones de organización, a partir de la creación de instituciones como el BNDE y la Asesoría Económica del Presidente -donde se reunieron bajo el liderazgo de Rómulo de Almeida, hombres como Ignacio Rangel, Jesus Soares Pereira, Otholmy Strauch y, en sala paralela, Cleantho de Paiva Leite– . Otro encuentro importante de los desarrollistas nacionalistas tuvo lugar a media– dos de los años 1950, cuando Celso Furtado y Américo de Oliveira crearon el Club de los Economistas, entidad que reunió a decenas de técnicos del gobierno federal y a algunos desarrollistas del sector privado. Los nacionalistas se distinguieron de los demás desarrollistas por algunas ca– racterísticas, entre las cuales sobresalen las siguientes: a) defensa del control por agentes nacionales -estatales y privados- de los centros de decisión sobre ahorro! Al mismo tiempo divergía de la interpretación estructuralista de la inflación, además de que en sus escritos de este período no se alineó con la postura estrictamente monetarista del fenómeno, y también la importancia que daba a la adopción de políticas inflacionarias que podían tornarse recesivas hacía que sus opositores lo identificaran políticamente con la orto– doxia en esta área teórica y con el FMI.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=