Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
CLARISA HARDY en la calidad de la construcción de quienes acceden a las viviendas sociales, por contraste con los sectores de mayores ingresos del país. 2. CAMBIOS EN LAS POLÍTICAS SOCIALES (I99 0 - 200 5 )27 El gasto social aumenta y se reorienta, pero sigue siendo insuficiente Como promedio, en América Latina en la última década se duplica el gasto social por habitante, que pasó de US$360 a US$540 anuales 28 • Sin embargo, son grandes los contrastes entre los US$l13 promedio que se destinan al gasto social por habitante al año en los países de menor gasto social y los US$1.055 que exhiben en promedio los cinco países que tienen el mayor gasto social regional, dentro de los cuales están Brasil y Chile. Estos datos nos muestran dos evidencias. Por una parte, el bajo nivel de gasto social en la década precedente, en los años 80, que explica el agravamiento de los problemas sociales heredados en los 90 y, por la otra, el hecho de que, no obstante el fuerte impulso que adquieren las políticas sociales en la última década, el piso tan bajo del que tuvo que partir ha mantenido niveles de gasto social inferiores a los requerimientos de una sociedad que se moderniza a pasos agigantados, pero en los que subsiste un quinto de la población en condiciones de pobreza y un creciente fenómeno de vulnerabilidad social y laboral, como vimos en los puntos anteriores. Pero no solo se incrementó al gasto social (que a los largo de los tres gobiernos de la Concertación ha llegado a representar dos terceras partes del total del gasto público), sino que hubo una recomposición del mismo, aumentando las inversiones sociales en capital humano, como son los gastos en salud y educación y, más atrás, en vivienda. Dado que estos gastos se destinan mayormente a educación básica y media, así como a la atención primaria de salud, a viviendas sociales y obras de infraestructura social básica, son altamente progresivos, pues favorecen a la pobla– ción de menores recursos 29 • Sin embargo, a pesar de la progresividad en la destinación del gasto social, la limitada disponibilidad del mismo debe focalizarse en quienes menos tienen, lo que resta universalidad a las políticas de educación y salud, cuestión que afecta, si no la accesibilidad o cobertura de atención y de prestaciones sociales, la calidad de los servicios provistos. 27 Esta sección está basada en la segunda parte del artículo de Hardy, c., «Sociedades latinoa– mericanas y políticas sociales», en Hardy, C. 2004. 28 De más está señalar que estos datos generales esconden grandes heterogeneidades entre paí– ses que, según su comportamiento en materia de recursos, la CEPAL (2002-2003) ha clasifica– do en tres grupos considerando a su vez tres indicadores: el gasto social por habitante, la relación del gasto social total respecto del producto interno bruto y la proporción del gasto social en el total del gasto público: países de alto gasto social (Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Panamá y Uruguay); países de gasto social medio (Colombia, México y Venezuela) y países de bajo gasto social (Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Para– guay, Perú y República Dominicana). 29 Como veremos en la próxima sección al analizar el impacto distributivo del gasto social (CASEN,2003).
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