Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
POLÍTICAS SOCIALES EN CHILE ción con el acceso a él (salvo en el caso de la atención preescolar), sino con una calidad que esté a la altura de los desafíos del conocimiento del siglo XIX. Lo ante– rior conduce, asimismo, a abrir exigencias sobre la educación post-secundaria para ser capaz de absorber a un mayor número de jóvenes que egresan de la enseñanza media, pues la educación superior, que ha duplicado su matrícula y diversificado la oferta de establecimientos universitarios, todavía tiene serios problemas de equi– dad en el acceso y en el financiamiento. Este panorama refleja que las nuevas desigualdades están dadas menos por los accesos al sistema escolar, que tiende a mejorar, como por la desigual calidad de la educación que tienen los estudiantes según su origen socioeconómico y el trabajo de los padres, así como por las exclusiones todavía presentes en la educación superior. Una situación similar se observa en la salud. Al igual que en la educación y tal como lo revela el lugar que ocupa Chile en el Índice de desarrollo humano, los indicadores de salud han mejorado notoriamente en cuanto a mortalidad y morbilidad materno-infantil, desnutrición y prevalencia de enfermedades propias de la pobreza y las malas condiciones de vida. Mientras tanto, el perfil epidemiológico ha cambiado de manera manifiesta y refleja el proceso de modernización de la sociedad chilena, así como la incidencia de las enfermedades propias del envejeci– miento de la población 22 • La reciente reforma de la salud que, junto con importantes cambios de la institucionalidad, y complementando el fortalecimiento de la atención primaria en salud, ha creado un plan garantizado de atención de enfermedades complejas basa– do en una nueva noción de la salud como un derecho, es un esfuerzo por agregarle equidad a la calidad de la atención a los pacientes que, si bien están cubiertos en sus necesidades, tienen una desigual calidad de la atención por razones económicas. Con esta reforma, todos los pacientes pasan a tener los mismos derechos y a formar parte de un mismo programa de atenciones, cuestión que tiende a romper la segre– gación que todavía se produce entre el sistema público y privado de salud heredado del régimen militar 23 • Finalmente, en lo que se refiere a las condiciones de habitabilidad, durante los quince años de democracia ha habido una drástica reducción (a menos de un tercio) del déficit habitacional, que superaba el millón de viviendas al inicio del primer gobierno de la Concertación 24 • Si bien los diversos programas de construcción de viviendas sociales han aumentado la oferta habitacionaFs y la expansión de los servicios sociales que le son propios (como alcantarillado, agua potable y electrici– dad), así como se ha extendido la pavimentación urbana y masificado la posesión de electrodomésticos 26 , los problemas de calidad habitacional y de segregación ur– bana siguen segmentando a ciudadanos de primera y de segunda: desigualdades que se manifiestan en los territorios que se habitan, en las superficies habitables y 22 Sandoval, Hernán, "El proceso de reforma de la salud en Chile», en Hardy, c., 2004. Z3 Hernán Sandoval, op.cit. 24 MINVU,2005. 25 A los que se suma el Programa Chile Barrio, de erradicación de asentamientos precarios, que ha logrado insertar en viviendas definitivas aproximadamente al 80% de quienes vivían en campamentos y en situaciones habitacionales irregulares. 26 Censo 2002. 239
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