Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

MARIA HERMINIA TAVARES DE ALMEIDA de carácter contingente y complementario de políticas de desarrollo capaces de conciliar crecimiento económico y bienestar social. Poco a poco, el conjunto de políticas para reducir la pobreza aumentó significativamente y el debate acerca de su importancia relativa al interior de la agenda de reformas reveló que se estaba resquebrajando el consenso socialdemó– crata anterior. A fin de garantizar un ingreso familiar mínimo se simplificaron los programas de transferencia monetaria directa a las familias pobres. Su importancia en el programa de políticas sociales fue ampliándose hasta convertirse en núcleo de la acción social del gobierno federal en la presidencia de Luis Inácio Lula da Silva 6 • Surgidos como experimentos municipales para enfrentar la pobreza, el primero de ellos fue estable– cido en el municipio de Campinas, estado de Sao Paulo, bajo la administración del Partido de la Social Democracia Brasilera (PSDBV. Sin embargo, fue el Partido de los Trabajadores (PT) quien les dio prominencia al asignarles un lugar destacado en sus programas de gobierno municipal y en la agenda de sus alcaldes 8 • Con el tiempo, fueron agregándose requisitos a los programas, tales como la permanencia de los niños de las familias beneficiadas en la escuela y visitas periódi– cas a los servicios de salud públicos. Al establecerse requisitos se reconoció que, por importantes que fueran para mitigar los efectos de la pobreza, los programas no podían por sí modificar las circunstancias que la producen. Los requisitos tenían por objeto aumentar las posibilidades de que las generaciones más jóvenes salgan de la pobreza mediante el acceso a mejor educación y servicios de salud. Se suponía también que los programas de transferencia monetaria directa a las familias era una excelente forma de actuar contra la pobreza, porque evitaba la intermediación política y, en consecuencia, el clientelismo y la corrupción que tra– dicionalmente habían estado asociados a los programas de la LBA y al Programa de la Leche del período Sarney (1985-1989). Bajo la presidencia de Fernando Enrique Cardoso (1995-2002), los programas de transferencia monetaria directa a las familias pasaron a formar parte de la política federal. Se crearon cuatro programas distintos, adscritos a diferentes ministerios: la Beca Escuela (Bolsa Escala), que era el más importante, estaba destinado a familias con ingresos inferiores a la línea de pobreza que tuvieran hijos de seis a quince años, a condición de que asistieran a la escuela y permanecieran en ella; la Beca Alimenta– ción (Bolsa Alimentafiío), para familias con ingresos por debajo de la línea de pobre– za con niños hasta seis años de edad, condicionada a visitas periódicas al centro público de salud del barrio; el Programa de Erradicación del Trabajo Infantil (Progra– ma de Erradicafiío do Trabalho Infantil-PETI), beneficio monetario entregado a las familias cuyos hijos trabajaran en tareas pesadas o riesgosas, condicionado al aban– dono del trabajo y a la reincorporación del niño a la escuela; el Auxilio-gas, subsidio Otros dos temas adquirieron importancia a partir de la segunda mitad de los años 90: refor– ma agraria y programas de crédito popular (Draibe, 1999 and 2004). Para una evaluación del programa de Campinas, veáse Fonseca (1999). Eduardo Suplicy, senador del PT por Sao Paulo, fue importante en ese proceso. Publicó un libro de gran difusión sobre las virtudes de los programas de garantía de ingreso mínimo mediante transferencias monetarias directas (Suplicy, 1999). Presentó también un proyecto de ley, que sigue todavía en el Congreso. 2.2.2.

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