Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
RICARDO BIELSHOWSKY y CARLOS MUSSI El ensayo de un nuevo proyecto ganaba espacio en el escenario ideológico, esti– mulado por las campañas «reformistas» y subordinado a la noción de que dentro de las estructuras institucionales existentes, la continuidad del desarrollo sería pro– blemática. Se pensaba que faltaba una ecuación financiera que permitiese un creci– miento sin profundos desequilibrios fiscales y monetarios, lo que exigía una refor– ma fiscal y financiera, y había razonable consenso en que el Estado brasileño no estaba suficientemente preparado para enfrentar las exigencias que imponía el país, lo que requería reformas en los ámbitos administrativo, fiscal-tributario y financie– ro. Para algunos, tendría que prepararse también para establecer límites a las acti– vidades de las empresas extranjeras -que desde casi mediados de los años 50 se tornó en un nuevo «dato» de la realidad industrial brasileña- y poder tomarle el espacio a una serie de sectores. Y se afirmaba que sin la reforma de la estructura agraria y un cambio en la distribución del ingreso, el desarrollo industrial no logra– ría solucionar los problemas de desempleo y pobreza de la mayoría de la población y de amplias regiones del país; la recesión de 1963 acentuó el escepticismo, ayudan– do a socavar la perspectiva desarrollista tradicional. Además, al mismo tiempo en otros lugares de América Latina surgía la idea de que las reformas institucionales para mejorar la distribución no solo eran necesarias como cuestión de justicia so– cial, sino también para recuperar la capacidad de crecimiento de las economías. En síntesis, el problema que se planteaba en Brasil a inicios de los años 60 no consistía en proponer o impugnar estrategias industrializadoras, sino en definir cómo y hacia dónde debería caminar la economía industrial brasileña, que habría nacido con insuficiencias institucionales y distorsiones sociales. Frente a esa redefinición temática, los economistas se reagruparon de acuerdo con consideraciones de orden político e ideológico que no se habían dado en el pasado. Por ejemplo, a la «derecha» del cuadro político, los neoliberales y los desarrollistas no nacionalistas -yen alguna medida también los desarrollistas del sector privado- pensaron y, a veces, trabajaron juntos. El mejor ejemplo de unión de ideas sería tal vez la «sociedad» entre Bulh6es y Campos, ministros de Hacienda y de Planificación, respectivamente, en el primer gobierno militar (1964-1967). Por el contrario, el mejor ejemplo de separación fue quizás la desunión de las izquierdas brasileñas, que se distribuyeron en una multitud de tendencias y organizaciones. 2.2. Las corrientes de pensamiento y los momentos de mayor contribución analítica Conforme lo señalado, las corrientes de pensamiento identificables a partir del concepto de «desarrollismo» son cinco: la neoliberal, tres corrientes desarrollistas y la socialista. El quinteto se presta para clasificar a la gran mayoría de los econo– mistas e intelectuales que participaron en el debate económico brasileño en 1954- 1964, con la excepción principal de Ignacio Rangel. La corriente neoliberal (Eugenio Gudin, Daniel de Carvalho, Octavio Gouveia de Bulh6es, Denio Nogueira, Alexandre Kafka) fue, conjuntamente con la desarrollista nacionalista, la expresión más importante del pensamiento económico hasta inicios de los años 60. La posición de los economistas neoliberales se caracte– rizaba por tres aspectos fundamentales: primero, eran partidarios de reducir la 22
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