Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
ÁMBITO POLfTiCO Se dijo que la exclusión social y económica era tan amplia que para quienes piensan que no hay más tipo de exclusión que la pobreza, las demás formas de discriminación perdían importancia. En los años 60, pese a los altos niveles de exclusión social y de concentración del ingreso, en Brasil la economía había conser– vado su dinamismo gracias al aprovechamiento de la base productiva existente y a su ampliación mediante el consumo de masas, que había beneficiado a ricos y po– bres. Lo importante era que estaban surgiendo organizaciones que exigían la apli– cación de políticas adecuadas para satisfacer las demandas de los grupos discrimi– nados. En el caso de Chile, el debate sobre la exclusión social se relacionaba con la baja constitucionalidad del país, puesto que el sistema imperante favorecía discri– minaciones que no había que institucionalizar. Refiriéndose a la ausencia de reflexión sobre la democracia, un participante sostuvo que no se había reflexionado sobre la sociedad desarrollada ni sobre la modernidad, en circunstancias de que en democracia el problema era justamente la reflexión. Por ejemplo, no había estudios sobre lo que es la sociedad industrial sino sobre la industrialización, sobre las ciudades sino sobre la inmigración y la urbani– zación, sobre la democracia sino sobre la democratización. Aunque actualmente en América Latina había más regímenes democráticos que nunca antes, probablemen– te sea la época de la historia en que la democracia tenga menos importancia para la toma de decisiones en las sociedades en proceso de globalización. La situación era diferente según si los actores básicos de la sociedad se habían constituido a través de partidos o si había actores corporativos. En Chile, la de– manda social siempre estuvo ligada a los partidos y ahora se daban casos en que no había actores sociales para expresarla, en circunstancias de que la Constitución fijaba el modo de tomar las decisiones. A manera de ejemplo, expresó que la dere– cha, utilizando el derecho de veto que le permitía la Constitución, había rechazado los proyectos de ley de transformación económica presentados por la coalición gobernante que alteraban, corregían o mejoraban el modelo económico. Sobre la existencia de una democracia consociativa, se dijo que no hay modelos puros y en numerosos casos regía la opción mayoritaria. En Chile no podía hablar– se de democracia consociativa debido a que no hubo consenso sobre lo que era fundamental y ello se aplicaba, por ejemplo, a la Constitución, que lo único que querían algunos era cambiarla, a los derechos humanos y a la forma de organiza– ción del Estado. Lo que se llamó democracia de consensos no había sido más que un conjunto de acuerdos puntuales con la derecha. En cuanto a la intervención de la Iglesia Católica, antes de la dictadura había actuado por conducto de los parti– dos y durante ella pasó a ser un actor por sí misma y desempeñó un importante papel democratizador. Al volver la democracia, quedó desvinculada de los partidos y fue relegada a un papel totalmente antimodernizante, transformándose en un poder fáctico. En cuanto a la relación entre liderazgo político y sociedad, salvo a China, que representa la cuarta parte de la humanidad, a nadie se le ocurriría que pueda haber integración país por país. Cabía pues preguntarse cómo se reconstruyen las polis a nivel local, a nivel estatal y a nivel supranacional en un mundo globalizado. Ante el desmoronamiento del mundo andino, que es el que más sufre el avasallamiento de la globalización, Chile y Argentina podrían servir de bisagra para las relaciones
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