Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

EL PENSAMIENTO DESARROLLlSTA EN BRASIL años anteriores, como resultado de la crisis política. La ideología desarrollista se incorporaba, en ese momento, a la retórica oficial del gobierno. La literatura económica expresa muy claramente la percepción de esos cambios por las élites intelectuales del país. El pensamiento económico desarroHista, que había ma– durado en los diez años anteriores, alcanzaba una fase de auge. En otras palabras: i) El proyecto de industrialización planificada se difundía plenamente en la lite– ratura económica y, además, se imponía al neoliberalismo. Este, aunque trata– se de reaccionar, estaba debilitado por las circunstancias históricas, y a la de– fensiva. Lo que gradualmente pasaría a la ofensiva sería el pensamiento socia– lista, que en ese período, con la difusión de elementos tales como los relativos al nacionalismo y a los temas distributivos, que tendrían mucha importancia más adelante, contribuirían a la crisis transitoria del desarrollismo a inicios de los años sesenta; ii) La reflexión económica, que en los años anteriores había sido muy influenciada por el debate sobre la estabilización monetaria y el equilibrio de la balanza de pagos, se tornó fuertemente subordinada a la discusión sobre el problema del desarrollo económico. En resumen, en las discusiones de la época predominó la propuesta de profundizar la industrialización, planificándola, ampliando la in– fraestructura de bienes y servicios, garantizando las importaciones necesarias y evitando políticas antiinflacionarias recesivas. Entre 1961 y el golpe militar de 1964 hubo gran inestabilidad política, singular movilización en pro de reformas sociales, grandes dificultades monetarias, financie– ras y cambiarias y, a partir de 1962 (particularmente en 1963), pronunciadas bajas de las tasas de expansión del producto y del empleo. Como reflejo de esa nueva coyun– tura de mayor grado de politización de la sociedad y, no menos importante, de razo– nable consolidación de la industrialización y su ideología, que había dejado de tener el atractivo vanguardista, el pensamiento desarrollista entró en crisis. Por algunos años, el optimismo anterior cedería lugar a un fuerte escepticismo, y el proyecto de industrialización pasaría a ser cuestionado a partir de evaluaciones sobre las dificultades para sostener el crecimiento brasileño y a dudas acerca del alcance social de sus beneficios, generalmente acompañadas de la idea de que ha bía que realizar «reformas de base» para permitir la superación de la crisis. Los proble– mas de inflación, balanza de pagos y financiamiento del crecimiento ganarían am– plio espacio en el debate, así como la definición de los beneficios sociales del proce– so de crecimiento, en el que se incluían los temas distributivos y, en especial, la reforma agraria. Se iniciaba una amplia evaluación de la experiencia anterior y de las posibilidades de desarrollo futuro de la economía. Esta se procesaba mediante una interesante combinación entre el énfasis en los problemas de corto plazo, típico de la crisis coyuntural, y en el problema más general de introducir cambios básicos en el padrón de crecimiento, típico de la crisis estructural. Esta última se vio refor– zada por un elemento ideológico que volvió a estar presente en el escenario brasile– ño: el nacionalismo que, al estimular el debate sobre la afirmación económica y política de la nación, contribuyó a incentivar la discusión sobre los cambios de rumbo de la economía brasileña. 21

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