Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

RICARDO BIELSHOWSKY y CARLOS MUSSI El contexto era, pues, favorable a un contraataque liberal a las ideas desarrollistas, 10 que de hecho sucedió. Los desarrollistas siguieron atentamente las incursiones liberales, y reaccionaron reafirmando sus principios fundamentales. De esa intere– sante disputa en el área de las ideas, tal vez lo más importante fue que destacó que en el país habían madurado mucho la formulación y la aceptación de la estrategia de industrialización. A diferencia de épocas anteriores, lo que se discutía no era la validez de una política económica de apoyo a la industrialización, sino la intensi– dad de la intervención estatal y el ritmo que se podía imprimir al desarrollo urba– no-industrial. Ese debate se desdobló en discusiones sobre el grado de tolerancia admisible ante los desequilibrios monetarios y cambiarios, generados por el proce– so que se estaba desarrollando y sobre la relación entre la intervención del Estado, la superación de los desequilibrios y la continuidad del desarrollo. La palabra del líder del neoliberalismo, Eugenio Gudin, por ejemplo, tenía fuer– za cuando proponía reducir la intervención estatal o lograr la estabilización mone– taria, pero empezaba a ser anacrónica cuando insistía en sus críticas a las posibili– dades de industrialización. La am~naza que ese tipo de discurso significaba para el proyecto desarrollista era cada vez menor. Además, las ideas contrarias al proyecto recibían respuesta inmediata, muchas veces reforzada por los mecanismos analíti– cos de la CEPAL. Los años 1953-1955 también pueden considerarse una fase avan– zada en el proceso de madurez ideológica del proyecto desarrollista, debido a que en esa época se renovó y se amplió el cuadro de instituciones de producción intelec– tual, lo que significó un avance en la toma de conciencia sobre la importancia de la lucha política en el área intelectual 6 • El auge del primer ciclo ideológico desarrollista se produjo durante el gobierno de Kubitschek (1956-1960), en que se combinó una relativa estabilidad política con un fuerte crecimiento económico e industrial, bajo la clara definición de una estra– tegia desarrollista. Ya en su campaña presidencial, en 1955, Kubitschek anunciaba que en su mandato haría «50 años en cinco». En los primeros días de gobierno creó el Consejo Nacional de Desarrollo, que formuló y acompañó la ejecución de lo que, junto con el PND 11, se considera la pieza de planificación más importante de la historia del país, el Plan de Metas. En 1965 se había superado la situación de per– plejidad e indefinición de los rumbos económicos que había afectado al país en los Los neoliberales lograron completa hegemonía en la Fundación Getúlio Vargas con la salida de los desarrolJistas del control de la revista Coyuntura Económica; además, controlaban las revistas del Consejo Nacional de Economía y de la Confederación Nacional de Comercio. Los desarrolJistas de la tendencia no nacionalista -menos numerosos pero con activa partici– pación intelectual- integraban la Comisión Mixta Brasil-Estados Unidos, y tenían influencia también en el BNDE. Los desarrollistas nacionalistas crearon dos instituciones importantes: el Instituto Superior de Estudios Brasileños (ISEB) y el Club de los Economistas, este último formado inicialmente a partir de un núcleo del BNDE bajo el liderazgo de Celso Furtado (que se había trasladado de Santiago de Chile a Rio de Janeiro, para trabajar en la Comisión Mixta CEPAL-BNDEen un proyecto sobre planificación económica en Brasil). Los desarrolJistas del sector privado -de menor importancia en esa fase- continuaban en la Confederación Nacional de la Industria, publicando el periódico Estudios Económicos; y, finalmente, los socialistas agrupados en el Partido Comunista Brasileño vuelven, a partir de la muerte de Vargas, a intensificar su participación en la vida intelectual del país (la importante Revista Brasiliense, por ejemplo, apareció por primera vez en 1955). 20

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