Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

EL DESARROLLO DE LA DEMOCRACIA EN CHILE DEMOCRATIZACIÓN TRAS UNA CONTRARREVOLUCIÓN CONSERVADORA ESTE SEMINARIO SE REALIZA CUANDO EN CHILE ha tenido lugar una exitosa transi– ción y termina el tercer gobierno democrático de la Concertación de Partidos por la Democracia, del Presidente Ricardo Lagos (PS-PPD) (2000-2006), que ha sucedido a los presidentes Patricio Aylwin (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994- 2000), ambos pertenecientes al PDe. Por primera vez en las nuevas democracias de la «tercera ola», una coalición democratizadora permanece durante tres gobiernos consecutivos y tiene altas posibilidades de continuar con un cuarto, teniendo como Presidenta a Michelle Bachelet (PS) (2006-2010). Chile es alabado en muchas partes del mundo, especialmente en los países desa– rrollados. No pocos analistas políticos y personeros de organismos internacionales hablan del «modelo» y muchos chilenos recorren el mundo explicando el «ejem– plo» de Chile. En un reciente seminario realizado en Salamanca para discutir la democratización chilena, un cientista político alemán fundamentaba su admiración por nuestro país señalando en una nota a pie de página de su trabajo que, «según el índice de transformación de Bertelsmann 7 , en 2003 Chile ocupaba el tercer lugar en América Latina según el nivel de las transformaciones democráticas (superado sola– mente por Uruguay y Costa Rica). Se posicionaba en el primer lugar según el nivel de las transformaciones económicas y en el primer lugar según la calidad de la gestión política. Comparando 116 países en el mundo, Chile se coloca entre los diez mejor evaluados en las tres dimensiones. Según el Índice de libertad de Freedom House 8 , Chile ha mejorado de una evaluación de 2 en las dimensiones de derechos políticos y derechos cívicos en 1990, a una evaluación de 1 (lo máximo) en las dos dimensiones en 2005. Entre los países latinoamericanos, en 2005 solamente Costa Rica y Uruguay estaban en el mismo nivel en las dos dimensiones» (Nolte 2006, notas 4 y 5). Sin embargo, hay que considerar los logros con prudencia porque hay deficien– cias y limitaciones que debilitan la calidad de la democracia. En primer lugar, las desigualdades económicas y sociales son apreciables, y dan espacio a discrimina– ciones sociales incompatibles con una sociedad que busca modernizarse y alcanzar el desarrollo (Huneeus 2005). Enseguida, hay problemas de participación electoral, porque la inscripción de los jóvenes en los registros electorales se ha congelado y no ejercen la ciudadanía. Los partidos poseen una débil organización y no tienen par– ticipación en el debate sobre los principales desafíos políticos; el sistema electoral binominal, uno de los enclaves del autoritarismo, es tolerado en la práctica por las colectividades de gobierno porque permite una competencia controlada que favo– rece la estabilidad electoral y da legitimidad al sistema. Por último, los gobiernos han sido débiles para enfrentar algunos desafíos, como la fragilidad de la burocra– cia estatal, que ha llevado a prácticas premodernas de gestión, que contradicen las pautas decisorias más bien modernas en otras partes del gobierno y el Estado. Ello ha provocado delicados problemas legales, éticos y políticos, que se hicieron visi– bles desde comienzos del 2003. El cuidado de los equilibrios macroeconómicos por los gobiernos de los presidentes Frei y Lagos ha tenido costos políticos, dañando su 7 Véase en < :http://www.bertelsmann-transformation-índex.de/ >. Véase < :http://www.freedomhouse.org> . 199

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