Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
EL DESARROLLO DE LA DEMOCRACIA EN CHILE VISIONES PESIMISTAS DE LA DEMOCRATIZACIÓN EL «ÉXITO» DE LA DEMOCRATIZACIÓN CHILENA es particularmente sorprendente para quienes a fines del régimen de Pinochet tuvieron una apreciación muy pesimis– ta del proceso político y auguraron que el tránsito pacífico a la democracia era inviable 2 • Pocos creían que los gobiernos de la Concertación lograrían consolidar la democracia y conseguir que tuviera un buen desempeño económico, con altas tasas de crecimiento y una significativa disminución de la pobreza. Estos analistas soste– nían, en primer lugar, que la masiva y enérgica presión ejercida por los sectores populares para obtener la satisfacción inmediata de las necesidades económicas que les habían provocado las políticas neoliberales del autoritarismo desbordaría al gobierno. Este se dejaría llevar por políticas populistas, que crearían una espiral de hiperinflación similar al que condujo al fracaso del gobierno de la Unidad Popu– lar. En Argentina el gobierno democrático del presidente Raúl AIfonsín (DCR, 1983- 1989) compartía esos temores pues debió entregar el cargo a su sucesor, Carlos Menem (PJ), seis meses antes del plazo constitucional, acorralado por la hiperinflación, que hizo temer que se agravara la crisis económica y se pusiera en riesgo la continuidad institucional. En segundo lugar, existirían poderosas barreras institucionales que impedirían el éxito de la democratización: los enclaves autoritarios y el presidencialismo. Los enclaves autoritarios (Garretón 1995) eran obstáculos institucionales que limita– ban la autoridad del presidente, entre los cuales se contaba la continuidad del gene– ral Pinochet como comandante en jefe del Ejército durante ocho años. La decisión fue apoyada en su oportunidad por los partidos de derecha, (la UDI y RN), por las tres ramas de las Fuerzas Armadas y por los empresarios. Es necesario tener presen– te que, a diferencia del Brasil, los empresarios estaban ligados al autoritarismo porque habían derribado el gobierno de Allende e impulsado una política económi– ca que les benefició. De ahí que no se hayan jugado abiertamente por ayudar a poner fin al régimen autoritario y al avance a la democracia. Además, el Presidente estaba limitado por el Consejo de Seguridad Nacional, que tenía cierta facultad de control del Estado. En el Senado el gobierno no tenía mayoría, porque había nueve senadores designados por el antiguo régimen (frente a treinta y ocho elegidos), que entregaban a la derecha la mayoría que la ciudadanía no le propor– cionó en las urnas en diciembre de 1989 3 • Se trataría de una democracia «tutelada» por los militares, bajo la dirección del general Pinochet, que impediría a los gobiernos democráticos hacer verdad y justicia por las violaciones a los derechos humanos. La siguiente cita refleja ese pesimismo antes del plebiscito de 1988: «Should the '110' option Will, the outcome could be traumatic. The armed forces might interpret a defeat as direct tbreat to their institutiolls alld as an attempt to bring about a new social order... With Pinochet ruling for C/11 extra year, he could stiU use draco/tiall powers to curb dissent and to preside over elections barring tbe large Marxist left, .. With the support of the armed forces, it is !tot inconceivable that Pinochet might be tempted to lead C/11Otber coup to preserve the values and achievements of his regime against the ravages of 'írresponsible' politicians». Valenzuela y Constable (1988). Linz y Stepan (1996, 211) concluyeron que «politically, ChileCl1t democracy began under more cOtlstraíned c01tstitutiollal circumsumces than were the case in any ofthe Latín American or southern Europea/! countries we coltsider in tbis book», I97
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