Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA EN BRASIL: PROMESAS y PROBLEMAS América Latina se requiere profundizar la forma en que concebimos la democracia y reflexionar sobre cuáles son efectivamente los modelos viables y deseables de democracia para la región. Para mí una democracia es viable, realista, cuando hay competencia entre grandes organizaciones, de tal manera que cada una funcione como contrapeso de las demás. En mi opinión, una multiplicidad de agentes que cambian permanentemente, que carece de contornos definidos, no cumple con el ideal de evitar la tiranía del poder y de representar y ser «accountable» ante los ciudadanos. Estamos muy lejos de ello. En Brasil, no solo son inestables y sin histo– ria los partidos actuales, sino los sistemas de partidos como tales. Cuando procla– mamos la República, en 1889, liquidamos los partidos del Imperio; con la Revolu– ción de 1930, eliminamos los de la Primera República. La dictadura de Vargas, en 1937, suprimió los partidos del período intermedio, 1930-1937. El régimen militar de 1964 decretó la extinción de los partidos creados bajo la constitución de 1946. Es decir, no llegaron a consolidarse ni los sistemas ni los partidos individualmente considerados. Pienso que si el sistema no se consolida se hace aún más necesario reflexionar sobre el tipo de marco institucional, legal, favorable al establecimiento de una democracia estable yaccountable. Otra cuestión fundamental es la efectividad decisoria. Utilizo la palabra efecti– vidad para evitar la expresión gobernabilidad que a mi juicio es mucho más ambi– gua y llena de connotaciones valorativas indeseables. Con creciente frecuencia los investigadores empíricos definen la «gobernabilidad» como la capacidad del poder ejecutivo de hacer valer sus intereses. Capacidad del ejecutivo. Si al menos la enten– diesen como la capacidad conjunta de las instituciones de producir decisiones ade– cuadas; pero no, se tiende a conceptualizarla como capacidad del ejecutivo. Al igual que en muchos otros países, en Brasil hay Decretos Leyes. La Constitu– ción de 1988 les dio un nombre más elegante -«medidas provisorias»- y estableció que tienen por objetivo responder a situaciones de relevancia y urgencia. Desde 1988, se ha recurrido 6 mil veces a estas medidas provisionales, es decir, se habrían producido 6 mil situaciones de relevancia y urgencia. Por ejemplo, reglamentar la pesca en los ríos de la cuenca amazónica, una urgencia tremenda. Apoyar iniciati– vas educacionales para la juventud, otra urgencia legislativa. Vuelvo al concepto de gobernabilidad: en los términos indicados, existe «gobernabilidad», pero cabe pre– guntarse si esa forma de gobernabilidad tiene algo que ver con la democracia. Finalmente, de acuerdo con lo que he señalado deberíamos volver seriamente a la permanente cuestión de la opción entre parlamentarismo y presidencialismo. Si me 10 permiten, querría decir algo sobre esto. Contrariamente a los que se ha afir– mado a menudo, en particular en Estados Unidos, en Brasil no iniciamos esta discu– sión simplemente como respuesta a la obra, sin duda importantísima, de Juan Linz. Brasil empezó su existencia como nación independiente, especialmente desde me– diados del siglo XIX, como una monarquía parlamentaria. Por eso, entre nosotros siempre se discutió el tema y hubo una importante corriente de pensamiento parlamentarista. Y en algunas crisis muy graves, las soluciones generalmente se orientaron hacia la parlamentarización. Por ejemplo, en 1961, en ocasión de la renuncia del Presidente Janio Cuadros, o en 1992, cuando el Presidente Collar, antes de que su propio hermano hiciera graves revelaciones de corrupción, sin apo– yo de la sociedad y prácticamente incapaz de gobernar, propuso una especie de 193

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