Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

LA CONSTRUCCiÓN DE LA DEMOCRACIA EN BRASIL: PROMESAS Y PROBLEMAS válida para todos los países de América Latina y del mundo. ¿Qué venía de Moscú? Combatir el latifundio, otra vez. Entonces, no podía haber autonomía local, fede– raciones, el poder debía concentrarse. Y cuando se concentra el poder, surge la posibilidad de un iluminismo progresista, modernizador, y en Brasil ambas corrien– tes se dieron las manos, se volvieron casi indistinguibles, y formaron lo que llamo pirronismo antidemocrático, que es la tesis de que hay una inevitabilidad congénita de que la democracia no va a progresar. Conceptualmente puede decirse que es una forma de reduccionismo. Las cosas se explican por realidades subyacentes, nunca por la articulación de la Constitución. En Brasil aún no tenemos un libro de historia de la política comparable a la obra de Celso Furtado. Porque desde el punto de vista de la construcción todo lo que tenemos está en gran medida involucrado en esos presupuestos. Durante el imperio hubo numerosos y grandes esfuerzos por establecer un Esta– do representativo y crear mecanismos judiciales. Pero siempre que los historiado– res, influenciados por las premisas mencionadas, hablaban de los intentos de esta– blecer regímenes electorales, la interpretación era invariablemente que las élites lo hacían solo porque les gustaba imitar a Europa: un día era un sistema de tal tipo, otro día de otro, simples ejercicios estériles de imitación emprendidos por estratos aristocráticos que no tenían nada que ver con las realidades concretas del país. Conviene recordar que en este período Brasil adoptó una constitución liberal desde una dinastía absolutista, que en parte tuvo que reprimir y en parte supo negociar simultáneamente alrededor de diez o doce conflictos regionales, algunos de los cua– Jes duraron diez años, como el de Farroupilhas. Para estabilizar el país se adoptó la extraordinaria decisión de declarar la mayoría de edad de Don Pedro 11, que a la sazón tenía catorce años, para que pudiera ocupar el trono. Durante todo ese tiempo mucho se construyó, en términos de instituciones ¿Por qué no se reconoció? Porque a las corrientes del pensamiento que acabo de mencio– nar no les interesaba modelar instituciones. Wanderley dos Santos se refirió ya con mucha propiedad y con más competen– cia que yo a la evolución del voto, por lo que no profundizaré al respecto. En cuanto al sufragio, al mecanismo electoral, al arbitraje electoral, a la administra– ción del proceso electoral, me parece que Brasil debe poco y quizás nada a muchos países adelantados y quizás podría darle algunas lecciones a Estados Unidos en esa materia. Por ejemplo, la utilización de medios electrónicos para sufragar. Imagí– nense. El voto electrónico en un lejano rincón del Amazonas significa que el escru– tinio tiene lugar simultáneamente en todo Brasil. En un solo día y al final de la noche comienzan a conocerse los resultados. En dos o tres días el proceso, esta terminado, y prácticamente sin objeciones. Respecro del voto, la construcción es impecable y nunca podría imaginarse que fuera tan buena; respecto del resto, tengo mis dudas. En lo que toca a los partidos, al funcionamiento del legislativo y otros aspectos, conviene evitar celebraciones prematuras. Después del régimen militar, es decir, desde 1985, la reflexión sobre la democra– cia empezó con más vigor, se volvió más densa, e incluso debido a la convocación de un congreso constituyente, tuvimos que discutir modelos. Desde entonces, ha– blamos de instituciones y de reformas políticas. Querría mencionar algunos puntos en que, a mi juicio, están los problemas más

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