Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

BOLlVAR LAMOUN1ER cuatro mayores y mejores ganados del mundo ¿de dónde había surgido?) ¿quién lo había hecho? Es interesante. ¿Acaso lo hicieron los portugueses con su horroroso ganado de las Azores, en el período colonial? No. Lo hicieron los hacendados, los propietarios rurales del oeste de Minas y de Sao Paulo, a comienzos del siglo, sin apoyo oficial, que se fueron a la India y al actual Pakistán a buscar matrices para cruzarlas con holandeses y de allí surgió el ganado que es la base de la actividad agropecuaria, que hace que la agri-busíness brasileña algo interesante. No creo que se trate de una historia de tinieblas. Poniéndolo en un nivel un poco más abstracto, creo que el problema es este: hasta el golpe militar y hasta el período de la transición, simplificando un poco, la idea de la democracia, la reflexión sobre la democracia, era propiedad de la derecha, un tema de la derecha, un pensamiento de las escuelas de derecha conservadoras, de los políticos liberales, de periodistas liberales, pero cuando los partidos de izquierda, los escritores de izquierda, las universidades progresistas escuchaban hablar de democracia, lo veían como una cuestión formal, un asunto de superestructura y por lo tanto de ideología de la burguesía o del mundo agrario. Había una práctica democrática que evolucionaba muy bien, pero no existía reflexión. En Brasil tampoco había, y cuando escriba este texto tal vez deba nombrarlos como pirrónicos y panglossianos, como modalidad del pensamiento. Pirrónicos, de Pirrón de Elea, que era el más pesimista de los filósofos griegos; por su parte, los panglossianos son los que imaginan que todo sigue un buen curso, que está todo muy bien, que no hay nada que reformar, que estamos en el mejor camino. Este pirronismo político, la impresión de que en BrasilIa democracia no echaría raíces, siempre sería una máscara, una superestructura para ocultar intereses pre– dominó desde el período de la independencia hasta el régimen militar. Cambió des– pués de este. Creo que de la longevidad extraordinaria de esta forma de pensamien– to surgió la fuerza que tiene actualmente Brasil. Porque si prestamos atención al contenido de la televisión y de las novelas, mucho de ello subsiste. Esto tiene que ver, primeramente, con la enorme influencia que tuvo en Brasil el pensamiento protofascista. Porque en Brasil no hubo fascismo sino protofascismo, un poderoso pensamiento que es una forma de decir que para modernizar al Brasil debemos caminar hacia una dictadura. Se establecen una dictadura, una democracia, una legislación, un Congreso y, lo peor de todo, una federación. Ni pensar en un poder local, porque este es el poder de los latifundistas que, si se instala, impedirá la modernización. Este es el pensamiento protofascista. La teoría subyacente fue que si se descentraliza el poder, será apropiado por los clanes, los propietarios de tierra, los terratenientes, los que tienen clientela. Y esta teoría se mantuvo sin modificaciones desde el comienzo del siglo XIX hasta alrede– dor de 1980. Había una superposición muy grande con el marxismo, que también tuvo una expresión social y un poder de influencia cien veces mayor que su realidad política, que su poder organizacional. La superposición se debía a que el marxismo que tuvimos, imagino que en Chile pasó la misma cosa, fue el marxismo de la Tercera Internacional. El marxismo más simplista, más cuadrado que se pueda imaginar, que no reconocía ninguna autono– mía a la esfera política y que decía exactamente la misma cosa en todos los países del mundo: hay que combatir el imperialismo y los latifundios. Esta consigna era

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