Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA EN BRASIL: PROMESAS y PROBLEMAS .Bolivar Lamounier AYER SE DISCUTIÓ AQuf EL TEMA IMPORTANTíSIMO de los modelos económicos, de la cultura, del neoliberalismo, del intervencionismo, de cuánto era ideología y cuánto era práctica económica real y me pareció especialmente interesante lo señalado acerca de la necesidad de despolarizar los conceptos, que no son cosas tan fijas y también de examinar los períodos de nuestra historia de manera más continua. Los manuales escolares suelen tener épocas y períodos muy marcados y ello dificulta la comprensión. En cuanto al tema político, importa señalar que al referirse al tema político, actualmente se habla de la construcción de la democracia, que es el cambio más importante experimentado desde los años 60 o 70. Es el período en que en América Latina empezamos a valorar la democracia como un fin, y en que la intelectualidad y la opinión genéricamente conocida como progresista o de izquierda empezaron a reflexionar sobre la democracia. En rigor, esto no existía, al menos en Brasil, antes de 1964. Ese fue el punto de partida, en que formamos un pensamiento desarrollista muy bien articulado, que aplicamos por muchas décadas, desde los años 30 hasta 1980 o más, pero en las cinco primeras décadas, digamos hasta 1970 o 1980, en la izquierda, en los sectores pro– gresistas creo que no había una reflexión densa o sistemática sobre la democracia. Al respecto, les doy dos ejemplos: nuestro querido maestro y amigo Jaguaribe, que reflexionó mucho sobre el desarrollo, cuando se refería al modelo político, usaba un concepto, una utopía neobismarquista. Bismar no es una buena referencia democrática. En esa época y hasta el régimen militar, la obra de Jaguaribe no con– tenía un pensamiento realmente democrático. El maestro Celso Furtado tampoco lo tenía, ya que hasta 1964 no escribió nada muy importante en términos políticos. Cuando finalmente lo hizo, en 1965, la primera interpretación ampliamente discu– tida sobre las raíces del golpe militar, propuso la idea de un conflicto subyacente entre el Congreso, de dominación agraria, y un Ejecutivo progresista populista, del que surgirían crisis que llevarían finalmente al quiebre de la democracia. Ya en esa época esa descripción me pareció un poco pobre y, a mi juicio no solo pobre como análisis político sino, más grave aún, su planteamiento reflejaba una constante del pensamiento de izquierda modernizante y progresista en Brasil, que era el prejuicio antirural y antiagricultura. Siempre se dijo que las luces vendrían del Estado, de la cumbre de Río de Janeiro, de Sao Paulo, pero el mundo rural pertenecía a la edad de las tinieblas: esclavitud, latifundios, éxodos. Y siempre me pregunté que si Brasil tiene hoy uno de los tres o
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