Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRATIZACIÓN POLíTICA CHILENA te efectiva consagra unos principios, un orden, una visión e instituciones que no han nacido de la reflexión y elaboración que el país y el pueblo hayan hecho de su experiencia histórica. Porque eso es lo que debe ser una Constitución y es lo que han sido todas las Constituciones post-dictatoriales en el mundo. y en esto radica toda la cuestión de cómo salimos de la época post-pinochetista en que nos encontramos desde hace quince años y cómo pasamos a una nueva época en que los chilenos decidan libremente su futuro como nación. Ello solo será posible si el país tiene su «momento constitucionah, es decir, si se abre un proceso en que podamos determinar cuáles son los valores, principios y reglas del juego en que estamos de acuerdo para vivir juntos. Porque eso es una Constitución y noso– tros como país no la tenemos. Una nueva Constitución, mirando hacia nuestro Bicentenario, es el principal desafío que debiéramos abordar en el período presi– dencial que se abre el próximo año. EL FUTURO DE LOS GOBIERNOS DE LA CONCERTACIÓN. LA GRAN TAREA DE LOS GOBIERNOS DE LA Concertación en el futuro es hacer, con métodos y contenidos distintos, lo que hicieron en su momento gobiernos a co– mienzos de la República y los gobiernos de los años 20 y 30 del siglo pasado y que intentó revertir Pinochet: dejar un nuevo Estado y una nueva política que les sirva a las próximas generaciones y que termine por completo con la institucionalidad heredada. Y ello implica necesariamente revisar y sustituir tanto el modelo políti– co-institucional como el modelo socioeconómico actual, ambos derivados de la dictadura militar. Quizás el más grave error histórico de la Concertación y sus gobiernos, probablemente debido a sus propios éxitos en estos doce años, haya sido menospreciar la envergadura del legado autoritario neo-liberal y pensar que basta– ba solo con la voluntad política de administrarlo en otro sentido. Esta deuda solo puede ser saldada, sin embargo, por la propia Concertación. En esta línea, ¿cuál es el futuro de la Concertación de Partidos por la Democracia? Hay que reafirmar que la Concertación es el gran logro de la transición o demo– cratización política chilena, y la única alternativa visible de gobierno estable, en la medida en que su futuro no depende de la derecha sino de su propia capacidad para resolver problemas pendientes. No hablamos aquí de las fricciones y rivalidades o competencias por cuotas de poder propias de toda coalición de partidos, sobre todo si ha sido exitosa en el gobierno y, más aún, en períodos electorales, con un sistema tan perverso y destruc– tor de lealtades como el que tenemos. Estas tensiones no parecen graves, salvo que sean los únicos temas de debate y acción y que impidan reconocer y abordar los problemas más de fondo y contenido. Por ello, el futuro de la Concertación tampo– co depende principalmente de cuestiones ligadas a las luchas interpartidarias, sino sobre todo de la elaboración de un proyecto que perfile mucho más la diferencia con las propuestas de oposición, y tenga un sello que corresponda más a la visión progresista que a las demás que coexisten con ella en la coalición. Ello es lo único que asegurará el futuro de la Concertación como coalición de gobierno. Más allá de las etiquetas elaboradas para dividir a la Concertación entre buenos
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