Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

MANUEL ANTONIO GARRETóN desarrollo postindustrial globalizado o informacional como lo llaman algunos se identifica con el capitalismo salvaje del neoliberalismo. Señalemos además que ac– tualmente lo que se llama modelo de economía de mercado conoce tres submodelos diferentes: el neoliberal, el liberal corregido y el social progresista, que dependen básicamente del nivel de penetración en la sociedad de los mecanismos de mercado y del papel interventor, protector y regulador del Estado. Hay que reconocer que el modelo chileno alternativo, de «crecimiento con equi– dad», ha mostrado sus límites precisamente por el aspecto equidad o igualdad y que la desigualdad social y la débil capacidad de dirección estatal heredada de la dictadura son el principal escollo para el crecimiento yel desarrollo integral. Lo que plantea la exigencia insoslayable de una corrección más radical del modelo exacta– mente en dirección contraria a la que apuntan los sectores de derecha, el empresariado y cierto pensamiento derechista en la Concertación, mal llamado ,<liberal». El Chile de la post-transición se presenta al revés de la tesis clásica de Aníbal Pinto, que definía una contradicción básica entre una economía atrofiada y un sistema político, institucional y cultural desarrollado. Esta debilidad del sistema económico planteaba la cuestión de autonomizar la economía de sus amarres polí– ticos. Hoy día el problema es exactamente el inverso: una economía en despegue, pero también despegada del país y de la sociedad. Frente a ello, un sistema político, institucional y cultural atrofiado. Y un debili– tamiento y dificultad para reconstruir la capacidad de acción estatal. Ello especial– mente en lo que se refiere al control de las fuerzas económicas. Hablamos aquí de un aspecto que hace a la esencia del régimen democrático: la sujeción de todos los actores o fuerzas a la regla de la mayoría y la minoría y del principio de ciudadanía y representación políticas. Ello no ocurre ni con la economía, ni con la concentra– ción de los medios de comunicación en un par de grupos económicos. Lo que está en juego es la reconstrucción de la relación entre economía y políti– ca. Porque de lo contrario el régimen político es una ilusión. La reconstrucción de un sistema político con un Estado dirigente que reemplace tanto los ideologismos del pasado como las versiones neoliberales recientes, es el problema crucial del futuro democrático. Sin volver a la antigua subordinación de la economía a la po– lítica, lo que es prácticamente imposible, cabe pensar en fórmulas alternativas a las actuales que pasan por devolver al Estado, a nivel nacional y de los bloques supranacionales, un rol dirigente en el desarrollo, establecer marcos normativos regulatorios sobre las fuerzas del mercado y asegurar el control ciudadano sobre tales marcos y fuerzas. En otras palabras, reconociendo que política y economía son cosas distintas y autónomas, se trata también de introducir los principios éticos de la democracia en el funcionamiento de los mercados. POLíTICA y SOCIEDAD CIVIL LA REALIDAD DE LA SITUACIÓN CHILENA NO ES ni la de una sociedad atrofiada o petrificada, ni la de la eclosión de la participación o presencia de la sociedad civil. Existen más de 80 mil organizaciones de la sociedad civil y un nivel de alrededor de 55% de satisfacción con la participación.

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