Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRATIZACIÓN POLíTICA CHILENA El tercer problema se refiere a las consecuencias de la situación económica en el campo social, que han significado un relativo estancamiento, especialmente en lo referido al empleo, las igualdades socioeconómicas y la capacidad de acción de los grupos y sectores sociales más afectados. Respecto del empleo, si bien se han producido avances indudables, como el se– guro de desempleo y la creación de nuevos puestos por parte del Estado, sin que otra vez los empresarios hayan participado principalmente en ellos, ya hemos seña– lado que la cuestión de fondo no ha sido abordada en sus términos reales y de futuro, sino que se ha quedado en mutuas recriminaciones sobre las responsabilida– des de cada cual en la coyuntura inmediata. Y la cuestión de fondo, a la que apun– tábamos más arriba, es que hoy el crecimiento ha dejado de ser equivalente a desa– rtollo e integración social y, por lo tanto, en términos de la OIT «empleo decente para todos» y que, por lo tanto, deben introducirse ya sea modificaciones al mode– lo de crecimiento o a acciones complementarias que pueden ser contradictorias con algunas de sus premisas o supuestos, de modo de volver a vincular crecimiento y desarrollo. Mientras esto no se haga, todas las soluciones serán de parche y efíme– ras. Y, con algunas salvedades, no se ve que este debate, que se plantea en todas partes del mundo y así puede hablarse del modelo alemán o del modelo nórdico o del modelo norteamericano, se haya instalado con seriedad en Chile, ni en el go– bierno y la Concertación, y mucho menos en la oposición empresarial y de derecha política. En este sentido, las reformas laborales aprobadas a mediados del 2001, pese a que fortalecen la posición laboral más allá de las concesiones que implica– ron, sobre todo, una visión coherente de lo que el trabajo representa en una socie– dad que nunca fue plenamente industrial, pero que ingresa con ese lastre al mundo postindustrial globalizado. En el plano de las desigualdades socioeconómicas, hay que recordar que este es el principal talón de Aquiles de la sociedad chilena, en la medida en que la pobreza, al menos en la dimensión estadística, se ha reducido significativamente, como lo hemos indicado, en gran parte debido al crecimiento y a políticas sociales eficaces del Estado, pero en ningún caso debido propiamente a un proceso redistributivo. Si los pobres son hoy menos pobres, lo cierto es que los ricos son más ricos. Pese a la conciencia de que este es el principal problema que afecta al país como comunidad social, el debate dirigido por los sectores empresariales y por centros de investiga– ción afines divulgaron la tesis de que «la pobreza no puede esperar y la igualdad sí» y que todo debía concentrarse en el crecimiento, que este proveería igualdad y que no hay nada que hacer en esta materia porque perjudicaría la confianza. Este argu– mento también ha penetrado a ciertos sectores de gobierno, que señalan que el tema de la igualdad es solo consecuencia del crecimiento y que es una discusión cuyo lujo solo puede darse cuando se tengan tasas de crecimiento sostenido muy altas. Lo curioso es que cuando se dan estas tasas tampoco hay discusión porque se argumenta que ello podría desactivar la economía y desincentivar la inversión y que, desde ambos lados, por razones distintas se cae en argumentos totalmente reñidos con la realidad histórica, como lo es afirmar una relación positiva entre desigualdad económica inicial y crecimiento económico, en el entendido de que logrado el segundo viene el chorreo y se revierte la tendencia negativa originaL Economistas que no son precisamente estatistas ni izquierdistas han llamado la 173
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