Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

REFLEXIONES SOBRE LA DEMOCRATIZACIÓN POLÍTICA CHILENA mantener la institucionalidad política, la intangibilidad del modelo neoliberal y la impunidad en materia de violaciones a los derechos humanos. De modo que en esos puntos cruciales ha habido una oposición cerrada, que cuenta además con los re– cursos institucionales, de poder y económicos para tratar de impedir cualquier cam– bio. Si bien ese es un dato de la causa que no debe ser olvidado, no lo explica todo. Porque en cuatro momentos la Concertación ha tenido la opción, si no de supe– rar totalmente el modelo político y socioeconómico heredado, al menos de avanzar en su transformación. El primero fue durante la transición propiamente tal, entre el plebiscito y las elecciones de diciembre de 1989, donde solo estaba en juego la cuestión del modelo político, en que el equipo negociador de la Concertación, de– masiado atemorizado y falto de perspectiva, transó unas reformas constitucionales absolutamente insuficientes, en la esperanza de que los resultados electorales le darían la mayoría para ahondar en ellas. El segundo momento, en el que están en juego cuestiones del modelo político y socioeconómico y también de derechos humanos, ocurrió al inaugurarse el primer gobierno democrático, cuando las negociaciones de reformas tributarias y labora– les, así como las referidas a comunicaciones, elecciones municipales, etc, dirigidas por algunos Ministros del Presidente Aylwin, crearon nuevos amarres y enclaves institucionales, por malos cálculos políticos y temor reverencial a empresarios y militares que estaban totalmente a la defensiva y sin recursos para oponerse a me– didas más profundas. En ese momento, si bien se avanzó muy significativamente en la dimensión simbólica de los derechos humanos (Comisión Rettig), se hipotecaron definitivamente los aspectos institucionales-políticos y de reforma socioeconómica. La tercera oportunidad frustrada fue al ser elegido el segundo gobierno de la Concertación con un apoyo inédito en toda la historia de Chile. La absoluta cegue– ra en materia política, la insensibilidad en materia de derechos humanos y la extre– ma dependencia psico-ideológica respecto del empresariado, impidieron cualquier avance tanto en el sistema político-institucional como en el modelo socioeconómico y de derechos humanos, excepto en la sucesión del Comandante en Jefe del Ejército y la reforma educacional y judicial. El clima de opinión, contrario a las posiciones del gobierno, desatado por la detención de Pinochet en Londres, forzó un impor– tante avance parcial con la Mesa de Diálogo. La cuarta oportunidad ha sido la posibilidad de reformas sociales y constitucio– nales bajo el gobierno de Ricardo Lagos, aunque ellas serán sin duda limitadas y con el riesgo de consolidar el modelo institucional dificultando nuevos cambios en el futuro. Al promediar el quinto año de este gobierno, sin duda pueden destacarse avances importantes, aunque muchas veces entrampados en retrasos y concesiones a la oposición no democrática de derecha, tales como las reformas laborales, los doce años obligatorios de educación, el seguro de desempleo y la reforma de la salud, el programa destinado a eliminar la indigencia, en materia social; la Comi– sión sobre Tortura y Prisión Política con leyes de reparación en materia de derechos humanos; y soluciones aún insuficientes en materia de política, como la ley de financiamiento de las campañas electorales y el mejoramiento de la institucionalidad del Estado. Al mismo tiempo, durante este gobierno las Fuerzas Armadas, princi– palmente del Ejército abandonan definitivamente su papel de poder fáctico alinea– do con la nostalgia y proyección del régimen militar, lo que no ocurre ni con la

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