Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
BRASIL y CiULE: LAS GRANDES TRANSFORMACIONES INACABADAS co, de crecimiento económico -y actualmente Brasil tiene una economía pujante que no tiene comparación con lo que era su economía antes del 64 y con mayor razón antes de los años 30- se construyó sin modificar de manera importante las tasas de exclusión social. No conozco países que hayan acumulado tanto capital como Brasil manteniendo la actual tasa de exclusión social. Ella es lo más estable que tenemos; todo lo demás puede variar, pero la exclusión social no varía. A manera de hipótesis quiero dejarles a mis colegas la siguiente preocupación. Por su magnitud, dejando de lado a los que tienen ingresos y poder de compra, el mercado interno brasileño es tan grande que no necesita de los pobres. Ello al contrario de los países que se modernizaron tradicionalmente y que, en algún mo– mento, fueron obligados a redistribuir los ingresos para aumentar el mercado inter– no y poder seguir con la acumulación. Los ricos brasileños prescinden de los pobres brasileños. Obviamente, esto es un modelo insostenible, pero desde el punto de vista modelístico, que agrada a los economistas, el sistema de exclusión brasileño tiene condiciones perfectas para continuar su acumulación sin redistribuir los in– gresos, sin hacer ninguna inclusión. Esto significa que en Brasil el problema de la inclusión es fundamentalmente político, exige contar con las élites económicas y ellas excluyen a los pobres. Otro tema que me parece crucial para el Brasil contemporáneo es el problema de la constitucionalidad del país. La inclusión de la región centro-oeste, que abarca la mitad de América Latina, y de la región norte, que abarca la mitad de Europa, sin contar Rusia. La inclusión de ambas regiones, desde el punto de vista económico y de la competencia electoral no se acompañó de inclusión constitucional. Lo que quiero decir es que la Constitución brasileña, principalmente en lo que respecta a sus principios fundamentales como Constitución civilizada, el derecho al libre mo– vimiento, el derecho de opinión, el derecho a organizarse, no es válida en gran parte del territorio nacional. Brasil no es una república constitucionalizada en su integridad. Esto, en las gran– des regiones. Pero, además, el deterioro de la capacidad del Estado brasileño de asegurar a todos el beneficio de los derechos constitucionales aprobados en la Asam– blea Nacional Constituyente de 1988 es manifiesto. La Constitución no es válida en las regiones norte y en la región centro-oeste, y tampoco en la periferia de las gran– des metrópolis. El Estado brasileño no tiene cómo asegurar ]a libertad de movimiento, el dere– cho de opinión, o el derecho de organización a las diversas zonas de las grandes metrópolis. Creo que además del problema de la inclusión social, uno de los temas cruciales a largo plazo es la constitucionalización de Brasil, que tuvo un quiebre total con la dictadura y que al menos respecto de las instituciones más evidentes, no logró constitucionalizarse. Brasil, sin duda alguna, es una república inacabada. No está terminada desde el punto de vista de la inclusión de sus habitantes, de sus ciudadanos y es inacabada en el sentido de que el Estado brasileño no garantiza a todos los ciudadanos los principios fundamentales de una democracia, de un país civilizado contemporáneo. Creo que en esto tiene una gran diferencia con Chile. Al menos, imagino que este problema no afecta a Chile y aquí debo hacer una advertencia: ahora que en los últimos diez o quince años Chile ha entrado en un período de acumulación, de
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