Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
BRASIL y CHILE: LAS GRANDES TRANSFORMACIONES INACABADAS .Wanderley Guilherme dos Santos A PESAR DE LAS GRANDES DIFERENCIAS EN MATERIA de formación cultural, movi– mientos migratorios, administración de problemas cruciales tales como los de la esclavitud, formas de gobierno, inclusión social, educación, atención a las necesi– dades de los sectores más desfavorecidos, todas ellas diferencias que marcan bas– tante la distinción entre la formación histórica brasileña y aquella de los demás países de Latinoamérica -porque ignoro las peculiaridades de las trayectorias espe– cíficas de América Central, y no me arriesgo a incluirlas en esta generalización- en una perspectiva de largo plazo nuestros países tienen un denominador común abso– lutamente fundamental. Este es que durante el siglo xx todos ellos efectuaron la transferencia de una organización política oligárquica y extremadamente reductora desde el punto de vista de la economía hacia el mundo de la democracia participativa en el sentido liberal de la expresión. Fue durante el siglo xx que en cierto modo todos los países de América del Sur se liberaron de los clanes familiares, de las dinastías, de los grandes nombres, del pequeño número de familias y de grupos políticos que controlaban el sistema de todos estos países, para incorporarlos gra– dualmente a las masas, en el sentido de la participación partidaria electoral, a la vida política. De tal modo que, salvo que me equivoque, a fines del siglo pasado en América del Sur ningún país estuvo totalmente controlado por oligarquías políticas, al am– paro de obstáculos que hacen que a los segmentos expresivos de la población se les nieguen los derechos, ya sea de elegir o de ser elegidos. En los países de la región ya no existen estos obstáculos. Esta evolución, que es extraordinariamente importante desde el punto de vista de la historia a largo plazo, tuvo lugar generalmente desde mediados del siglo XIX en el mundo anglosajón yen el mundo nórdico y en varios de sus países tardó en completarse hasta casi la mitad del siglo XX. No fue una evolución rápida ni un camino desprovisto de graves conflictos entre diversos seg– mentos sociales. En rigor, la incorporación completa de la población negra al universo electoral democrático americano esperó hasta la década de los 60, en el siglo XX, con la Ley de los Derechos Civiles de Johnson, para que se superaran varios obstáculos pecu– niarios a la participación de los negros en varios estados del sur de los Estados Unidos. Tampoco fue fácil en Suiza, país en que las mujeres solo adquirieron el derecho a voto en 1971, ni en la cuna de la democracia liberal, que es Inglaterra, donde la conquista del voto por el segmento femenino solo se obtuvo en 1924 y esto después de que se concediera el derecho universal del voto a los hombres después de la Primera Guerra Mundial, en 1919. Hasta entonces aún existían requisitos de 161
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