Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
AGUSTÍN SQUELLA bilidad que una simple política gubernamental, un rasgo no menor si se repara en que, con ocasión del cambio de gobierno previsto para marzo de 2006, solo se renovarán en el Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes su Presi– dente y Jos otros dos ministros que lo integran, mas no sus ocho integrantes adicio– nales, puesto que estos duran cuatro años en sus funciones y en esa fecha habrán cumplido solo la mitad de sus respectivos períodos. En su parte de Antecedentes, el referido documento coloca nuestras políticas culturales en el contexto de los importantes cambios en las condiciones y modo de vida experimentados por los chilenos en el curso de los últimos años. El 72 % de Jos chilenos vive en casa propia y el 90% de estas viviendas satisfacen los estándares mínimos de calidad. El 79% de los hogares cuenta con electricidad, agua potable, alcantarillado y combustible para cocinar. Más del 80% de los hogares tiene refri– gerador, lavadora y televisión a color, mientras que la mitad de la población cuenta con teléfono fijo y celular. Todo ello significa un cambio considerable respecto de la situación que se vivía hace diez años. En educación, y si bien en materia de calidad y equidad hay todavía mucho por avanzar, lo cierto es que la cobertura educacional se ha ampliado hasta alcanzar la universalización de la educación básica, un 90% de la población con cobertura en materia de educación media, mientras que en el caso de la educación superior ella se ha duplicado con respecto a las cifras de que se disponía en 1992. Hoy, el 44% de los padres que sólo obtuvieron educación media tiene bijos cursando o habiendo cursado educación superior. Crecimiento de la ocupación en el sector terciario de la economía, un mercado laboral cada vez más segmentado, mayor inclusión en este de las mujeres, y una evidente heterogeneidad en las distintas formas que adquiere en nuestro medio la familia, constituyen también cambios importantes experimentados por el país en la última década. Desde un punto de vista económico, Chile, como es evidente para todos, se encuentra como nunca antes en su historia relacionada e inserta en el mundo. El país exporta cerca de 5.000 productos por un valor anual que representa cerca del 40% del producto. Tratándose de industrias culturales, ellas muestran en la última década tasas de crecimiento superiores a la de la economía nacional en su conjunto, lo cual constituye un dato significativo, puesto que es cosa sabida que la existencia de industrias culturales en un país requiere de un cierto nivel de desarrollo econó– mico. Por ejemplo, y tal como lo ha puesto de manifiesto la propia UNESCO, bajo un cierto umbral de desarrollo social y económico no existe producción cinemato– gráfica, mientras que en países con un producto nacional bruto por cabeza igualo inferior a U$ 1.200 y/o un indicador de desarrollo humano de 6,00, es muy difícil desarrollar una industria de ese tipo. Tocante a la equidad en el acceso a bienes y servicios culturales, un estudio reciente revela que el 64% de las personas que viven en la Región Metropolitana consideran que hoyes más fácil acceder a dichos servicios y bienes que lo que lo era hace cinco años, sin perjuicio de lo cual el acceso acusa bastante inequidad según la condición socioeconómica de las personas, sin olvidar que más del 90% de la po– blación del sector socioeconómico bajo tiene un consumo cultural mínimo que se limita a escuchar radio y ver televisión.
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