Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

NUESTRA DIVERSIDAD POR DESCUBRIR favorecer el desarrollo de nuestras industrias culturales, en asociación con el sector privado y la sociedad civil, de manera de conseguir una mayor difusión de los respectivos bienes u objetos culturales. Estos, como es propio de toda industria, se producen en el caso del libro, el audiovisual y la música de forma masiva, a gran escala, con fuertes inversiones de capital, con la colaboración de numerosos traba– jadores calificados, y con estrategias de mercado y distribución posteriores mucho más complejas que las que se emplean en el caso de expresiones artísticas y cultura– les que no dan lugar a industrias de este tipo. Además de su significado estrictamen– te económico, las industrias culturales permiten accesos masivos de audiencias a los respectivos productos, incrementan el espesor cultural de las naciones y colabo– ran a consolidar la presencia de los países más allá de sus fronteras. En cuanto a las ventajas o beneficios que significa la adopción de una nueva institucionalidad cultural, desearía resumirlos de la siguiente manera: en primer lugar, hemos pasado de una institucionalidad fragmentada y dispersa a una más unitaria y coherente; esa nueva institucionaJidad, como explicaremos en el acápite siguiente de esta ponencia, permitió pasar desde la política cultural de un gobierno a una política cultural de Estado; seguidamente, se pasó también de una insuficien– te institucionalidad cultural en regiones acogida basta 2003 en las Secretarías Re– gionales Ministeriales de Educación, a la creación de los Consejos Regionales de la Cultura y las Artes; se pasó, asimismo, de una participación difusa de la sociedad civil en materia de políticas y decisiones culturales públicas a una de carácter institucionalizado; y, por último, la ley que creó el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes permitió pasar de una institucionalidad cultural pública con insuficiente visibilidad internacional a una de contrapartes nítidas y dotadas de suficiente jerar– quía dentro de la administración del Estado Chile quiere más cultura. Definiciones de política cultural 2005-2010: así se titula el documento que el Directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes aprobó a comienzos de 2005, y que, junto con ser entregado al Presidente de la República, fue ampliamente difundido. Este documento es producto del ejercicio por parte del Directorio del Consejo de su función de estudiar, adoptar y aplicar políticas culturales, de manera que constituye un nuevo paso adelante a partir de 10 que fue la política cultural dada a conocer en mayo de 2000 y aplicada a partir de ese momento. Es más: como ustedes recordarán, la política cultural de 2000 fue presentada como lo que realmente era -la política cultural de un gobierno- mien~ tras que la que fue hecha pública en 2005 es ya una política cultural de Estado, puesto que junto con abarcar un período decisivo -el que falta para alcanzar nues– tro Bicentenario- fue gestada con participación de todos los sectores que se encuen– tran representados en el Directorio del Consejo, sin olvidar que en su gestación intervinieron también el Comité Consultivo Nacional del Consejo y, asimismo, sus trece Consejos Regionales. Además, en agosto de 2004, la primera convención ce– lebrada por el Consejo, con asistencia de cerca de doscientas personas que forman parte de sus distintos órganos internos y algunos invitados especiales, estuvo dedi– cada a escuchar y ordenar propuestas de políticas culturales para )0 que más tarde sería el aludido documento de mayo de 2005. Una política cultural de Estado, como la que se dispone desde hace dos meses en nuestro país, junto con lo antes señalado, tiene también una indudable mayor esta- 149

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