Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
EL PRINCIPAL PROBLEMA DE CULTURA EN BRASIL nismos de la cultura, el segundo (las bellas artes, los libros, los pensamientos etc.) repartido socialmente. El bien cultural extrapola lo «bello y lo viejo», es el gesto, el hábito, la manera de ser de las comunidades que constituyen nuestro patrimonio cultural. Claro que las excelencias, las maravillosas síntesis manifestadas en los objetivos del arte, de una construcción extraordinaria construida en piedra y cal, representan puntos de nuestra cultura, pero, en verdad, esa cultura es un todo, es una amalgama mucho más amplia y rica, cuyo extracto es el perfil y la identidad de la nación. También así, la idea de paradesarrollo. Mientras que el metadesarrollo -la ex– pansión y desempeño de los grandes complejos empresariales- actúa de arriba ha– cia abajo y del centro hacia la periferia, el paradesarrollo trataría de incorporar en el desarrollo del país pequeños Índices de espacio territorial, «etapa indispensable para que el metadesarrollo no deje de lado la realidad nacional, acarreando la pérdida de la identidad cultural y eventualmente afectando la misma soberanía nacional». Con esa idea de paradesarrollo, principal función de la política cultural, AloÍsio pretendía introducir la Secretaría de Cultura del MEe en el núcleo estratégi– co del Estado. No lo logró. En rigor, la tercera idea transformadora de ese momento tampoco era novedad para los intelectuales latinoamericanos: proceso de civilización. En una práctica, abandonada enseguida, el concepto autorizaba a los organismos de la cultura a invertir recursos escasos en áreas limítrofes de las culturas que ya existían en los espacios brasileños -los variados contextos culturales que los singularizaron- fue– sen urbanos o rurales, de origen europeo, indio americano o africano. Los bienes culturales empiezan a ser identificados por su durabilidad en el tiempo, no por su procedencia popular o erudita, suponiendo que por presentar continuidad en el tiempo terminan por proyectarse en el futuro. La tarea del Estado consistiría, sola– mente en identificar, preservar y dar a conocer estos bienes a otras culturas con las cuales interactuaba. Un tipo de efecto de estructura segura, tratando de proteger, solamente proteger, los procesos culturales autónomos (del Estado o del mercado) que nacen siempre de la dinámica social. PERSPECTIVAS O LA INUTILIDAD DEL HACER LA ANTIQuíSIMA CUESTIÓN ÉTICA DE LA AUTONOMíA del espíritu (otro nombre de la cultura) se sitúa y repone sin parar en la vida de los hombres. En Brasil (y tal vez de manera similar entre nuestros países vecinos) el tema se presenta como el de la autonomía frente a la política, tanto como a su vez el tema de la política y de la autonomía frente a la economía. Ahora mismo, en Brasil, el pensamiento único trata de proteger la economía que en su entender está bien, contra la crisis política. Como un ejército de pigmeos, la clase política y la prensa hacen filas frente a Liliput. Para algunos, actualmente la cultura como comunicación de masas (raíces y redes telemáticas habrían sustituido muy rápidamente la radio, los periódicos, los discos, la publicidad, la televisión) posibilitó una nueva política -indicada por la Internet con su «práctica de generosidad»-. La tecnocultura sigue siendo, entretan– to, una definición a partir del lugar de la política, lugar indicado actualmente por la I39
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