Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
EL PRINCIPAL PROBLEMA DE CULTURA EN BRASIL la psicología. Héroe sin ningún carácter, quiere decir que los tiene todos, lo que se aplica tanto al pueblo (que en Brasil pasó de premoderno a postmoderno sin cono– cer lo moderno) como a su héroe. Debido a los hechos conocidos, la era Vargas (1930-1954) fue a través del contagio, casi promiscuidad entre los pobres y los nuevos ricos, excluyendo temporalmente a los viejos ricos (oligarquías) y a los nue– vos pobres (inmigrantes). Esto puede expresarse de manera un poco más conven– cional: la base social de sustentación de Vargas estaba constituida por la clase me– dia empresarial y de los obreros y excluyó transitoriamente a la alta burguesía exportadora. Es como si se estuviese formando un nuevo orden moderno, que no era ni oLigárquico ni popular. La cultura del populísmo fue el tenor de las ideas de esa modernización prusiana (también denominada populismo) ansiada por los mi– litares que proclamaron la República (1889) y realizada, quinientos años más tar– de, por un caudillo de las pampas. Noel Rosa, el padre de la samba, fue llamado por un estudioso el Getúlío Vargas de la música popular; de Leónidas da Silva, padre del «arte futbolístico» podríamos decir que fue el Getúlio Vargas del fútbol. Este paralelo es la cultura del populismo, pero podemos igualmente hablar de una literatura del populismo, como una novela de Jorge Amado y el teatro de Nelson Rodrigues. En este universo en expansión es que las vanguardias artísticas, empe– zando por la modernista, empezaron a distanciarse cada vez más y para siempre de la cultura entendida como significado y deseo sobrante. Dos CASOS EJEMPLARES DE DESEO SOBRANTE Los EXTRANJEROS PIENSAN QUE LA ESCUELA de samba es la principal fiesta popular brasileña, pero al menos en duración y universalidad es el Boi-bumbá (o Bumba– meu-boi). Como el Boeuf Gras de Francia, por ejemplo, o el Buey Apis, del antiguo Egipto, pertenece al ciclo universal de rituales del nacimiento-muerte-resurrección. El made in Brasil parece original: el autodramatismo, conocido desde el inicio de los setecientos, lo sigue el baile de la calle donde el propio Buey, verdadero o simu– lado, baila. Este acto dramático redefine lo que es la sociedad brasileña, pues es una representación de negros, blancos e indígenas para pobres, rompiendo el monopo– lio de la representación de la sociedad por los eruditos, invariablemente blancos -monopolio, además, que es una de las formas de racismo que más ha durado en Brasil-. La trama del buey, con grandes variantes, es sencilla. Una esclava embarazada, Catirina, tiene deseos de comer lengua de buey, induciendo a su marido, Padre Francisco (o Mateo), a sacrificar un animal del amo. Satisfecho el deseo de la mujer, reparte Jos despojos entre sus compañeros de trabajo y se escapa. Con tal mala suerte, que el animal que sacrificó era el preferido del amo y este, enojado y lloroso, envía a indios amigos a perseguirlo. Fiesta y tragedia4, el Padre Francisco es captu– rado, castigado y después él mismo trata de solucionar el problema. Se convoca a especialistas de diferentes tradiciones, médicos, hechiceros, padres, chamanes, cu- El trago, carnero, aquí es el buey. I35
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