Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas
JOEL RUFINO DOS SANTOS En la óptica de la política -<<la estructura que debe tener cualquier libro»- se podría decir que nuestro principal problema ha sido la incapacidad de usar el in– agotable acervo de ese museo de! todo -«cajón de basura o archivo»- en la solución de los problemas políticos que enfrentamos sin parar. Fue mencionado antes en términos psicológicos: el principal problema de la política brasileña (y latinoameri– cana en general) es el de la transformación de la población en pueblo (José Carlos Mariátegui, Juan Justo, Octavio lanni y, más atrás, Manoe! Bonfim, Leopoldo Zea, Domingo Sarmiento y otros), lo que es igual que cambiar la clave y mantener el diagnóstico, pues no vemos cómo podemos alcanzar esto sin aprovechar la enorme biomasa constituida por la cultura -el «depósito de lo que hay»-. Superando e! aislamiento, hasta la crítica literaria -de Alfredo Bosi y, sobre todo de Roberto Schwarz- hace mucho que señala como última razón de nuestra larga crisis litera– ria el desencuentro entre la vida del pueblo, creador de cultura en las condiciones más adversas y las élites enraizadas a la importación acrítica de los pretextos y maneras de pensar universales y generalmente estériles. Se dijo también lo mismo sobre la Historia: el sentido de la actualidad brasileña es resultado de un espacio– tiempo paralelo que, tarde o temprano, terminará por hacer inviable la política, ya condenada a muerte en vida por el miedo, el pánico de «desequilibrar» la econo– mía, a la cual está sometida. Tanto es así, que dos temas acaparan la actualidad brasileña, ambos, como en el país imaginario del Patriarca, sin solución a la vista: la corrupción de la «clase política» yel «crimen organizado}). Así, circunscribir el análisis y el enfrentamiento de estos problemas en cualquie– ra de los planos en que se expresa, sin considerar su dimensión general, aunque el observador domine una metodología cualquiera (como son las tesis académicas) es una grave faIta de método. Es decir, el principal problema de cultura (también queremos decir), el problema magno (magno natu, viejo, venerado) aquel en el que todos los demás están com– prendidos o del que históricamente proceden, es la dualidad antigua-moderna, la identidad nacional, la alineación, la transplantación, la producción y los procesos culturales, la subcoordinación y la autonomía de la creación artística, la cultura de masas etc., así como la negación de todos y de cada uno de los problemas en parti– cular. Esto nos lleva de regreso al vocabulario científico: también en las ciencias del hombre se busca una teoría del campo unificado, capaz de conjugar armoniosa– mente (Einstein decía elegantemente) las formas de interacción social hasta ahora conocidas (historia, economía social, política, cultura etnia, simbólica). Esta bús– queda, aunque contraria al espíritu postmoderno, permanece para muchos intelec– tuales de nuestro continente en una etnia, como en el sentido revelado por Ti Noel en las últimas páginas del El reino de este mundo de Alejo Carpentier: «Pero la grandeza del hombre consiste precisamente en querer superarse a sí mismo, al im– ponerse Tareas». EL MUSEO DEL TODO LA CULTURA, TAL COMO LA DEMOCRACIA Ytantos otros, son conceptos intangibles. Veamos por ejemplo la habitual frase: «La cultura está mal, el presupuesto del 13°
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