Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

BRASIL-CHILE, AYER Y HOY a LeopoJdo Zea, entre otras cosas, él decía: «Dicen que Brasil fue descubierto, Brasil no fue descubierto, no, Santo Padre, Brasil fue invadido y tomado de los indígenas de Brasil. Esta es la verdadera historia de nuestro pueblo, Santo Padre». En este sentido es siempre didáctico retomar aquel incidente que algunos ensa– yistas (como Tzvetan Todorov, La conquista de América) mencionan e interpretan, como primer diálogo entre el colonizador y el indígena americano. Se dice que cuando Colón arribó a América Central, sus hombres bajaron a tierra e intentaron establecer contacto con los locales. Entonces, revestidos de la arrogancia europea, preguntaron normalmente en su lengua, en español, a esos indios: «¿Qué país es este?». Los indios respondieron: Ma c' ubath thal1. Los mari– neros de Colón entendieron: «Yucatán». Creyeron que habían llegado a un lugar llamado Yucatán, y de hecho acabaron poniéndole el nombre de Yucatán a aquellas tierras. Sin embargo, lo que los indígenas estaban diciendo era otra cosa. Ma c' ubath than significa: «no entendemos lo que ustedes están diciendo». Esto significa que el primer diálogo entre un europeo y un indio fue una equivo– cación, no un diálogo. Uno hablaba una cosa, el otro respondía otra, y de ese deslizamiento de significados discursivos se fue haciendo la historia. Por eso es que estudiar historia es revisar los discursos, las llamadas «formaciones discursivas)> de que hablaba Foucault, o los discursos lingüísticos mismos, como dicen la lingüística y la teoría de la literatura. En verdad, después de Colón, la expedición de Cortés ya trajo algunos intérpre– tes y cuando Cabra] llegó a Brasil trajo algunos hombres que hablaban hasta seis lenguas y dejó por las playas varios condenados para que aprendieran el idioma indígena y sirvieran de intérpretes a los futuros desembarques de los colonizadores. Curioso cómo quinientos años después, en el Brasil de hoy, todavía se puede tener la sensación de lo que habrían sentido los indios cuando llegaron los euro– peos. Hace pocos años, cuando empezó el intento de colonización del territorio de los ianomanis, en la Amazonía, supimos lo que habló uno de esos jefes indígenas: «Cuando los vi (a los hombre blancos), lloré de miedo. Pensé que eran espíritus caníbales que nos iban a devorar. Yo los encontraba muy feos, blanqueados y pelu– dos. Ellos eran tan diferentes que me aterrorizaban. Además de esto, no entendía ninguna de sus palabras enredadas}>. ¿Estamos en 1500 o en 200S? ¿Estamos en 1960 o en 200S? En una entrevista al Magazin Dominical de Bogotá, en 1982, Carlos Fuentes hace una observación curiosa: ¿Por qué hemos sido tan creativos en las artes y tan estériles en la política yen la economía? ¿Por qué nuestros artistas y escritores han tenido tanta imaginación y nuestros políticos ninguna?» Y más adelante, agregaba: «El día que la sociedad civil sepa trasladar a la economía ya la política los mismos valores que ha sabido allegar a la cultura latinoamericana, creo que vamos a ser un continente extraordinario». En el pasado reciente, Vargas Llosa, uno de aquellos que estaban haciendo la revisión crítica de los "padres de la patria», decidió lanzar su candidatura a presi– dente del Perú. Estaba imbuido de la idea misionera de que se debe juntar palabra y acción, estaba convencido de que, como dijo varias veces, en este continente el simple hecho de ser alfabetizado es una responsabilidad aún mayor. Decidió, por Il3

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