Brasil y Chile: una mirada hacia América Latina y sus perspectivas

BRASIL-CHILE, AYER Y HOY es casi medio siglo. ¿La historia anduvo? Por otra parte, aún existe historia ¿cómo se volvió moda discutir hace quince años? O entonces ¿de" qué historia estamos hablando? En los años 60 se creía en la historia. En una historia verdadera. Historia como un tren con destino exacto, que iba recogiendo a Jos escogidos y expulsando a los reaccionarios y conservadores. Un concepto judío-cristiano-marxista de la historia, el presente solo como una especie de infierno o purgatorio, pero siempre como víspera de la redención y del paraíso. En este intermezzo, la clase obrera fue patéti– camente al «paraíso», pero regresó desilusionada porque la dirección era equivoca– da. Y entre los intelectuales, algunos no pasaron ni siquiera de! purgatorio, mien– tras que otros conocieron el mismo infierno. Desde un ángulo tradicionalista, por las teorías de nuestra época, pasamos de la modernidad a la postmodernidad, de la utopía a la antiutopía. Del discurso unívoco y lineal que se encuentra en Cristo, Hege! y Marx, que parte del Génesis y va al Apocalipsis o a la redención, hoy se practica el discurso de la dispersión, de la fragmentación, de la descentralización. Esto hace que muchos queden girando en torno de! propio ombligo o del vacío, porque les parece que los hechos ya no tienen centro de gravedad. O sea, la ideología de! postmodernismo nos quiere convencer que todo es gratuito y aleatorio. Y para consolarnos, trazan en torno del caos la línea imaginaria de la globalización, como si esta fuese capaz de configurar y ago– tar nuestra perplejidad. De este modo, el postmodernismo puede describirse con aquella imagen de Susan Garblik, según la cual postmodernismo es como si las personas estuvieran a bordo de! Titanic, pero se contentan con solo cambiar las sillas de lugar en la cubierta en vez de evitar el choque con el iceberg. A estas alturas hay que proceder a una serie de revisiones y cuestionamientos. Y lo que pienso al respecto puede adelantarse sintéticamente en esta frase: es urgente que procedamos a una revisión crítica del modernismo (que tuvo su esplendor en la primera década del siglo XX) y del postmodernismo (que se difundió a partir de los años 60 y tuvo su apogeo en los años 80), para que alcancemos algún avance epistemológico en el conocimiento de nuestra realidad socio-artística-económica. La única manera de adentrarnos en e! siglo XXI es pasarnos en limpio e! siglo XX con todos sus aciertos y equívocos. Sé que la historia no se regula por siglos y décadas, sino que es necesario establecer algunos cortes y revisiones epistemológicas, para a través de cierto distanciamiento teórico percibir la "diferencia» y la «identi– dad" entre el «antes» yel «ahora», entre 1960 y 2005. En este sentido, es necesario reconocer que venimos de una generación de utópi– cos que tuvo en los años 60 del siglo pasado su momento de martirio, gloria y decepción. Estábamos convencidos de que la historia de América Latina se dividía hege!ianamente en tres etapas que interactuaban dialécticamente. Según esa lectura colegial, que yo mismo practiqué en mi juventud, la primera fase habría ocurrido los tres primeros siglos de colonización bajo el dominio español y e! portugués. Aquí éramos simples «páginas en blanco» de la explotación europea. Vis– tos como «obíetos» por los suíetos explotadores, éramos la «materia prima» bruta y pasiva a partir de la cual los colonizadores producían su poder y utilidad. La segunda fase habría sido el período que cronológicamente coincide con el siglo XIX, cuando nuestros países conocieron la independencia política y acciona- 1°9

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