América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
80 peranzas para conseguir, en 1996, un acuerdo de paz y renovar las estructuras políticas, económicas y sociales del país. Aunque cabe destacar que la distensión de los conflictos armados en Nicara– gua, El Salvador y Guatemala apenas ha mitigado los problemas de pobreza y desigualdad en estos países, la vuelta a la democracia en el conjunto de la subre– gión constituye la base para avanzar hacia el desarrollo económico y social del istmo. La nueva estabilidad política en América Central ha sido también un im– pulso para la integración que -pese a las diferencias económicas y estructurales de los seis países- está avanzando. Estas importantes transformaciones en la subregión, a las cuales ha contribui– do considerablemente el apoyo de la UE, se han reflejado también en la agenda de las reuniones de las conferencias ministeriales del Proceso de San José. Así, la cooperaci6n de la UE se orienta cada vez más a las nuevas necesidades del área, concentrándose en la lucha contra la pobreza, la integraci6n regional, el desarro– llo social y el apoyo a la consolidación de las instituciones democráticas. En el ámbito econ6mico, América Latina -y sobre todo los países más avanza– dos de la regi6n- ha recuperado posiciones, convirtiéndose nuevamente en un importante socio económico, yen uno de los mercados más dinámicos y expan– sivos del mundo. En 1994, el Producto Interno Bruto (PIB) aument6 en algunos países, como Chile o Argentina, hasta un seis por ciento y alcanz6 un promedio regional de cuatro por ciento. Al mismo tiempo, en prácticamente todos los paí– ses, se logró controlar la inflaci6n, estimular el comercio exterior y reducir el subredimensionado aparato estatal a través de ampl ias reformas y la privatización de empresas públicas. La recuperación económica de América Latina en los años noventa, después de los diez años «perdidos», es también el resultado de la revitalizaci6n de la integraci6n regional que, a diferencia de modelos anteriores, se percibe ahora como plataforma idónea para abrir las economías y competir mejor en los merca– dos internaciona les. Por otra parte, la crisis financiera en México y la incipiente recesión en Argen– tina señalan los costos del nuevo modelo económico y la necesidad de una estra– tegia económica a largo plazo. Todos los países latinoamericanos, incluyendo a Cuba 14 , participan en al menos uno de los numerosos esquemas de integración que se renovaron o constituyeron en los últimos cinco años. En el área del Gran Caribe existen ya cuatro importantes iniciativas:
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