América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
66 der un promedio de tres mil visas de inmigrante por año, con largas listas de espera; y, por otra, su política migratoria que concedía asilo político automáticamente a cualquier cubano que llegare a su t~rritorio, miles de cubanos se lanzaron al mar en balsas, pequeños botes, neumáticos y otros medios escasamente navegables. El conflicto terminó cuando el gobierno de Estados Unidos canceló esa políti– ca migratoria y comenzó a arrestar a todo cubano que cruzara el Estrecho de Florida, encarcelándolo en Guantánamo hasta su eventual regreso a Cuba. La isla insistía en la importancia de esta medida para impedir disturbios internos futuros. A cambio de la modificación de la política migratoria estadounidense, Cuba re– impuso el requisito del permiso de salida. (Tuvo que pagar el costo adicional de una nueva política norteamericana que intentaba prohibir todo envío de remesas de dólares a la isla y toda visita al país aun la de aquéllos de origen cubano que tenían parientes en Cuba). Al terminar 1994, el gobierno cubano reconocía una vez más la importancia de mejorar sus vínculos con Estados Unidos, ya que el futuro del país dependía en gran parte de ellos, así como cada vez con mayor claridad de sus lazos con su diáspora. El tono y contenido de esa relación bilateral seguía, sin embargo, sien– do hostil. CONCLUSiÓN ¿Cómo sobrevivir? Esa pregunta llegó a ser el alfa y omega de la política exte– rior de Cuba en los años noventa. Frente al brusco descalabro del comunismo europeo, el presidente Fidel Castro tuvo que cambiar el rumbo de su política exterior. En vez de intentar convertir a los Andes en una Sierra Maestra revolucio– naria, la Sierra Maestra se convertiría en un parque turístico. Si bien se les siguen dando abrazos a ancianos líderes revolucionarios del pasado, más abrazos que nunca se les dan en los años noventa a los inversionistas extranjeros. Fidel Castro no ha tenido una conversión religiosa; no ha adquirido una nueva fe en el capitalismó. El giro de Cuba hacia una economía que utilice mucho más los mecanismos del mercado se explica, sencillamente, como resultado de la carencia de otras opciones. Para sobrevivir, ahora todo se vende; excepto el Iide– razgo de Fidel Castro. La insistencia en retener el papel central de Castro y las reglas y procedimien– tos autoritarios del sistema político constituye, por supuesto, el obstáculo político principal para que mejoren las relaciones internacionales de Cuba con el resto de
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