América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

65 tado presionar por todos los medios para que Estados Unidos levante su embargo comercial. Pero la isla también ha adoptado medidas prácticas para crear un cli– ma bilateral más propicio. En 1993, los guardacostas de ambos países reanudaron conversaciones sobre colaboración profesional, que se habían interrumpido a comienzos de la década. Ese mismo año, por primera vez, el gobierno cubano capturó a dos narcotrafican– tes que entregó directamente a las autoridades norteamericanas. Alrededor de la base naval de Guantánamo, desde el primer semestre de 1993, se han desarrolla– do «medidas de confianza» para reducir la posibilidad de un accidente bélico entre militares cubanos y norteamericanos. También a partir de 1993, el gobierno cubano ha aceptado que las iglesias locales y, en particular, la jerarquía de la Iglesia Católica, reciban millones de dólares en ayuda humanitaria proveniente de Estados Unidos, a pesar de que eso fortalecería un posible ce.ntro de oposición. Además, ese año, comenzó a nego– ciar con empresas norteamericanas de telecomunicaciones para mejorar las co– municaciones entre ambos países. Los acuerdos se firmaron a fines de 1994 con la aceptación de los dos gobiernos. Como ya se señaló, en 1993, Cuba liberalizó los permisos a personas de origen cubano radicados en Estados Unidos que que– rían visitar la isla por períodos cortos. El duro conflicto entre Cuba y Estados Unidos ya no tenía que ver con lo que en un momento fue la política revolucionaria de Cuba, o su alianza militar con la Unión Soviética. Se trataba, en los años noventa, así como en 1960, de la insis– tencia de Estados Unidos de promover un cambio de régimen político en Cuba, y de la insistencia de Fidel Castro de retener el poder, sin compartirlo, a toda costa. En agosto de 1994, se desarrolló un confl icto que recuerda las muchas posi– bilidades de crisis que existen entre Cuba y Estados Unidos. Ocurrieron varios incidentes en que policías cubanos intentaron impedir la salida ilegal de cuba– nos del territorio nacional; la ley cubana requería un permiso de salida para quienquiera salir del país. Los incidentes culminaron en una gran protesta con– tra el gobierno de miles de personas en el centro de La Habana; hubo casos de vandal ismo. Alarmado por esta alteración violenta del orden público -la prime– ra desde comienzos de los años sesenta-, el gobierno cubano dejó de insistir en que quienes querían emigrar requerían un permiso de sal ida; todo el que desea– ba emigrar podría hacerlo libremente. Dada, por una parte, la práctica de la administración norteamericana de conce-

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