América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

56 El derrumbe del comunismo europeo sirvió para legitimar y acelerar estas tenden– cias inmanentes 17 . El régimen político cubano, en los meses posteriores a la victoria revoluciona– ria, se fundó sobre la expropiación de empresas y otras propiedades extranjeras. Por años, Cuba fue hostil al mero concepto de la inversión extranjera. El radicalis– mo revolucionario, a partir de 1959, también fue enemigo del turismo, que se percibía como fuente de prostitución (que, en efecto, ha aparecido de nuevo en gran escala en La Habana)18, decadencia y corrupción. Pero ya en 1990 la cúpula del gobierno y del partido reconocían la importancia de la inversión extranjera y, en particular, del turismo 19 como mecanismos necesarios para intentar reempla– zar lo perdido en Europa Oriental. Se pensó también que esta nueva inversión extranjera estimularía el comercio internacional. La política de desarrollo turístico ya ha tenido un impacto importante. Los ingresos totales, directos e indirectos, percibidos por este concepto subieron de 168 millones de dólares en 1989 a 560 millones en 1992. Los ingresos netos que provienen de este turismo, sin embargo, en 1992 eran todavía inferiores a los 200 millones 20 . La política que busca atraer la inversión extranjera no puede ser evaluada plenamente porque el gobierno cubano sólo ha divulgado una información muy parcial. Sin embargo, a fines de 1994 se registraban inversiones importantes pro– venientes de Alemania, Australia, Brasil, Canadá, Chile, China, Cura<;ao, España, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Honduras, India, Irlanda, Israel, Italia, Ja– maica, Lituania, México, Suecia, Suiza, Reino Unido y Venezuela. Cuba también desarrolló lo que denomina un comercio compensado, algo equivalente a las llamadas «maquiladoras» que operan en México, Centroaméri– ca y el Caribe. La empresa extranjera aporta materiales y tecnología, mientras que la isla aporta la mano de obra; los pagos se realizan en productos comerciables internacionalmente. En los años noventa, Cuba ha logrado acuerdos de este tipo con inversionistas provenientes de Chile, España, Francia, Holanda, Italia, Méxi– co, Rusia y Venezuela. El valor acumulado total de las inversiones realizadas (incluyendo las hechas como parte del comercio compensado) provenientes de todas partes podría su– mar unos 500 millones de dólares para fines de 1991 21 . En octubre de 1994, Carlos Lage, vicepresidente del Consejo de Estado y coor– dinador de la política económica del gobierno, brindó una información adicio-

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