América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
52 gobierno de Cuba actuaba internacionalmente según sus propios criterios y de– seos (y no por «orden» de la Unión Soviética), era igualmente cierto que su altísi– mo perfil en el sistema internacional se basaba en el extraordinario apoyo políti– co, económico y militar que recibía de la Unión Soviética y, en menor cuantía, de otros países comunistas europeos. Cuba actuaba autónomamente, aunque care– cía de los recursos propios para hacerlo. El 15 de diciembre de 1990, el gobierno soviético tomó una decisión clave: en el futuro (que para estos fines sólo duró meses) Cuba y la Unión Soviética no negociarían acuerdos quinquenales, sino solamente anuales. El comercio entre ellos sería sobre la base de precios del mercado internacional, calculados en dólares norteamericanos. La URSS seguiría pagando un valor preferencial por el azúcar, pero éste sería muy inferior al precio político anterior 3 • En sus relaciones con esa declinante Unión Soviética, Cuba se enfrentaba por primera vez con críticas duras, ásperas y públicas debido al ineficiente uso que, a través de los años, le dio a esa ayuda 4 • Sin embargo, la isla seguía siendo responsable del servicio de su deuda finan– ciera con la Unión Soviética (más de 15.000 millones de rublos que, Moscú insis– tía, eran en precios constantes; es decir, retenían su valor hist9rico anterior a la devaluación del rublo), que representaba el 18 por ciento de todos los fondos debidos a la URSS por parte de todos los países del mundos. En agosto de 1991, líderes militares y civiles del más alto rango intentaron in– fructuosamente dar un golpe de Estado contra el presidente de la URSS, Mikhail Gorbachov, y el presi dente de Rusia, Boris Yeltsi n. El gobierno de Cuba no condenó el intento de golpe. Pocos días después, durante la visita a Moscú del secretario de Estado de Estados Unidos, de manera unilateral, el gobierno soviético anunció la retirada de su contingente militar que llevaba tres décadas en Cuba. Así, se dejó entrever claramente que la URSS ya no consideraba a Cuba como un aliado militar. Según un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, las decisiones soviéticas «no fueron precedidas de consultas ni aviso previo algu– no, lo que constituye un comportamiento improcedente»6. Los últimos armamen– tos soviéticos nuevos (MIG-29 para la Fuerza Aérea) llegaron a Cuba en 1990; en 1991 sólo se recibieron algunas piezas de repuesto. A partir de 1992, las Fuerzas Armadas cubanas tendrían que comprar armamentos y piezas de repuesto a pre– cios de mercado, algo que no ocurría desde 1962. En febrero de 1992, el gobierno ruso votó en la Comisión de Derechos Huma-
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