América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

226 tadas a fortalecer la concertación de los intereses externos latinoamericanos. Aun– que debe advertirse que en la práctica las posiciones fueron más pragmáticas, en el plano de las ideas existió un contrapu~to entre dos visiones del regionalismo. La primera, promovida por América Latina, postulaba una comunidad política y económica exclusivamente latinoamericana, formada por los países de raíz ibéri– ca del continente, que compartían un legado histórico, cultural y lingüístico co– mún y que tenían el potencial de actuar conjuntamente en el ámbito internacio– nal, potencial que debía ejercitarse primeramente frente a los Estados Unidos. La segunda visión, promovida desde Estados Unidos, postulaba un regionalismo in– teramericano liderado por la gran potencia, basado en la economía de mercado y firmemente alineado con los países occidentales. Sería erróneo afirmar que estas visiones han desaparecido del todo y que se ha producido una suerte de fusión entre el regional ismo latinoamericano y el regio– nalismo hemisférico. De hecho, los países de América Latina siguen teniendo una identidad colectiva internacional propia y distinta, que en modo alguno ha sido subsumida por un regionalismo hemisférico. Por otra parte, más allá de la retórica interamericana, resultaría muy difícil sostener que los Estados Unidos busca la concertación con los países latinoamericanos para actuar conjuntamente en el escenario internacional. Sin embargo, se han producido puntos de convergencia entre uno y otro regionalismo, tanto en el campo económico como en el político. Son estos puntos de convergencia los que han permitido a los países de la región seguir políticas de participación múltiple en las distintas agrupaciones económi– cas que se están configurando en el continente. Es el caso de México, que partici– pa simultáneamente en el NAFTA y en el Grupo de los Tres y que dispone de una amplia red de acuerdos de libre comercio con otros países latinoamericanos. Chile ha seguido una política similar, negociando un acuerdo de libre comercio de última generación con Canadá, profundizando su convenio con México, aso– ciándose al Mercosur y suscribiendo acuerdos de libre comercio con diversos países andinos. No todos los países de la región comparten este enfoque de negociaciones múltiples. Brasil, por ejemplo, se ha mostrado partidario de fortalecer un bloque subregional antes de iniciar una negociación con el NAFTA, opción que le llevó a postular el establecimiento de un acuerdo de libre comercio sudamericano. Aun– que esta iniciativa del Presidente Itamar Franco no fue continuada por la actual administración, es claro que Brasilia considera que el fortalecimiento y consoli-

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