América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
224 nes sobre temas comerciales se extendieran a cuestiones como la protección del medio ambiente, las condiciones laborales o las instituciones políticas. El establecimiento del NAFTA despertó gran interés en América Latina. Inme– diatamente después de su conclusión, muchos países de la región manifestaron su interés en negociar acuerdos de libre comercio con los Estados Unidos, con la conspicua excepción de Brasil. Las razones de este interés eran hasta cierto punto similares a las mexicanas: garantizar el acceso a un mercado gigantesco y pro– penso a brotes proteccionistas, atraer inversiones desde los Estados Unidos y ter– ceros países interesados en tener plataformas de acceso a ese mercado, consol i– dar modelos económicos internos abiertos y de libre mercado. En varios casos se agregó una consideración política, que apuntaba al fortalecimiento de regímenes democráticos y a la neutralización de involuciones autoritarias. En la Cumbre de las Américas, que tuvo lugar en diciembre de 1994 en Mia– mi, los gobernantes del hemisferio, con la excepción de Cuba, acordaron estable– cer un Área de Libre Comercio (ALCA) en el año 2005 y lograr avances «concre– tos» en las negociaciones antes del fin del siglo. La Cumbre también proclamó una nueva cooperación hemisférica en áreas tales como el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo sostenible y la lucha contra el narcotráfico. Pese a estos anuncios, es altamente probable que la expansión de los acuerdos de libre co– mercio entre Estados Unidos y los países del hemisferio resulte parcial y ad hoc 8 • El compromiso estadounidense con el libre comercio suele ser errático y, como tantos otros temas, está fuertemente condicionado por la compleja relación entre el Ejecutivo y el Legislativo en Washington. Los grupos sindicales y medioam– bientales están aumentando su resistencia a nuevos acuerdos comerciales. Por otra parte, sólo unos pocos países de la región parecen reunir los requisitos de estabilidad macroeconómica, apertura comercial, vinculaciones económicas re– levantes con los Estados Unidos, normalidad democrática, cumplimiento de re– gulaciones medioambientales, ete., que suelen mencionarse en Washington para el inicio de las negociaciones. De ahí que resulte previsible que una iniciativa general hacia la configuración de una gran área de libre comercio hemisférica encontrará fuerte oposición interna en los Estados Unidos. Incluso las iniciativas relacionadas con un solo país han sufrido retrasos que ponen en duda la credibi– lidad de la nueva política hemisférica anunciada en Miami. Así, pese a que en esa ocasión el Presidente Clinton, conjuntamente con el Presidente de México y el Primer Ministro de Canadá, extendió una invitación a Chile para el inicio de las
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