América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

223 El carácter informal del Grupo de Río, así como su bajo nivel de instituciona– lización, demuestran el carácter abierto y flexible del regionalismo político en América Latina, que muchas veces se desarrolla al margen de acuerdos específi– cos. Al igual que en el casó de los acuerdos económicos, la cooperación política se desarrolla a distintos niveles, que incluso se van superponiendo. Por una parte, las instancias subregionales también buscan establecer sus propios mecanismos de cooperación política. Por la otra, todos los países latinoamericanos de raíz ibérica, incluyendo en este caso a Cuba, participan en las Cumbres Iberoamerica– nas, que en la práctica también abordan algunos temas de cooperación política regional y que constituyen una expresión de identidad colectiva internacional. EL REGIONALISMO HEMISFÉRICO A comienzos de la década de 1990, un enfoque más favorable respecto de los acuerdos económicos regionales en los Estados Unidos condujo a la adopción del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, en inglés) ya un intento de virtual relanzamiento de las relaciones interamericanas, que comenzó con la Iniciativa de las Américas del presidente Bush y que continuó con la Cum– bre de las Américas convocada por el presidente Clinton. En el pasado, las ideas de un acuerdo de libre comercio con México o de una zona de libre comercio de alcance hemisférico habrían sido descartadas de plano, tanto en los Estados Uni– dos como en México y diversos países latinoamericanos. Por cierto, el NAFTA no pretende crear un mercado común y dista mucho de inspirarse en la experiencia europea. No contempla el establecimiento de una unión aduanera con un arancel externo común, no cede soberanía a instituciones económicas y políticas comunes, no permite la libre circulación de personas en– tre los países participantes, no incluye políticas agrícolas o sociales comunes y no establece fondos de solidaridad para reducir las desigualdades entre los países o regiones nacionales incluidas en el acuerdo. Pese a ello, es evidente que el trata– do regula una integración de facto entre los tres países participantes, que se está profundizando. Por una parte, el aumento de la interdependencia exigirá nuevas instituciones e instrumentos. El paquete financiero arreglado por los Estados Uni– dos para rescatar a la economía mexicana de la crisis financiera que sufrió en 1995, ilustra uno de los aspectos de esta interdependencia. Por la otra, las nego– ciaciones del propio NAFTA demostraron la dificultad de evitar que las discusio-

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