América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
220 institucional mucho más débil. Sin embargo, el Mercosur ya puede exhibir resulta– dos notables. La liberalización del comercio entre sus miembros se ha producido a un ritmo'muy acelerado, el intercambio intrarregional ha aumentado muy significa– tivamente, el arancel externo ya está en vigor, las relaciones entre sus socios se caracterizan por una cooperación intensa en muchos sectores y, a juzgar por el desenlace que experimentó la crisis política que vivió Paraguay en' 996, el Merco– sur se identifica claramente con un modelo político democrático. Estos logros han convertido al Mercosur en el espacio económico ampliado de mayor relevancia en el mundo en desarrollo, un espacio que incluye a cerca de la mitad de la población de América Latina, con un producto interno bruto acumulado de cerca de 800 mil millones de dólares. Chile se asoció al Mercosur en , 996 mediante la suscripción de un acuerdo de libre comercio con esa entidad. La incorporación plena fue descartada por el momento debido a las diferencias entre los aranceles externos del Mercosur y de Chile y a la voluntad chilena de conservar su libertad de negociación individual con terceros países. Sin embargo, la vinculación chilena al Mercosur no se res– tringe al plano comercial. Ella también tiene un profundo sentido político yestra– tégico. Bolivia ha seguido igualmente el camino de la negociación de un acuerdo de libre comercio, en parte debido a que sigue siendo miembro pleno del Pacto Andino. A su vez, varios países latinoamericanos se están preparando para nego– ciar acuerdos de asociación con el Mercosur, que parece estar convirtiéndose en el principal polo de integración económica en la región. El caso centroamericano ofrece otro ejemplo de la renovación de los esque– mas subregionales en América Latina. Ello no resulta sorprendente si se conside– ran los éxitos iniciales que obtuvo este esquema en la década de , 960. La reduc– ción de las tensiones políticas y las reformas económicas llevadas a cabo en el área han permitido la renovación de las instituciones regionales. La reactivación de la integración centroamericana tuvo sus inicios en 1990 y ha conducido a la creación de una zona de libre comercio y un proyecto de unión aduanera entre Guatemala, El Salvador y Honduras, a la que se agregó posteriormente Nicara– gua. Los cuatro países han propiciado la adhesión de Costa Rica, pero este país ha manifestado sus reservas a la libre circulación de personas y de capitales. Panamá tampoco se ha incorporado a la iniciativa debido a la distinta estructura de su economía, asentada en gran parte en el sector de servicios. No obstante estas divergencias, las negociaciones han proseguido entre los seis países, como
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