América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
208 Nicaragua Desde la elección de la presidenta Violeta Barrios de Chamorro, en febrero de 1990, a esta parte, Nicaragua se ha visto sometida a un largo proceso de inestabi– lidad política, económica y social que, agravado por tres devastadores desastres naturales, ha sumido al país en una casi permanente crisis de la que aún no se recupera. La fragilidad del acuerdo, entre el partido sandinista y el nuevo gobierno, que posibilitó la transición pacífica del mando presidencial en abril de 1991; la pro– funda crisis económica, resultante de más de una década de guerra y militariza– ción; y la inestabilidad resultante de la desmovilización de más de 80.000 efecti– vos del Ejército sandinista y de la «contra", para la cual se carecía de suficientes recursos, culminó en serios enfrentamientos que sacudieron a la administración de Chamarra durante el primer trienio de su mandato. La política exterior de Nicaragua, por lo tanto, ha tenido como punto toral la consecución de recursos de emergencia de la cooperación internacional. Los demás países centroamericanos apoyaron este esfuerzo, declarando a Nicaragua «priori– dad" en la región. No es exagerado afirmar que, en un contexto de cero creci– miento -tan sólo en .1994 el PI B aumentó por primera vez en diez años en un uno por ciento-, la cooperación internacional fue la que permitió la supervivencia del país y la neutralización de las tendencias más extremistas, que amenazaron reite– radamente con devolver al país a etapas de violencia militar generalizada. En el plano centroamericano, Nicaragua jugó un papel muy importante al ser la sede de la Cumbre Ecológica, donde se suscribió la Alides y los compromisos del Volcán Masaya en materia de medio ambiente. También ha ejercido el lide– razgo en la convocatoria de las negociaciones de la Comisión de Seguridad y, muy particularmente, en lo relativo al Tratado Centroamericano de Seguridad Democrática. Este instrumento se espera sea suscrito por los presidentes durante su XVII reunión en San Pedro Sula, Honduras, en enero de 1996. En la actual idad, Nicaragua representa a Centroamérica en el Grupo de Río y juega un activo papel en el Movimiento de Países No Alineados. La situación de las fronteras de Nicaragua con Costa Rica, Colombia, El Salva– dor y Honduras continúa siendo punto de contenciosos importantes para el país y sus vecinos. En el caso de Costa Rica, aún no se resuelven los diferendos históri– cos por la libre navegación del río San Juan, la demarcación fronteriza en tierra firme y, lo que es más delicado, la demarcación de los límites marítimos. Con El
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