América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

180 por ahora demasiada capacidad para enfentar el desafío. En la página del debe de la política exterior hay que situar la cuestión Malvinas. Por cierto, el estancamien– to -para algunos el retroceso- no debe imputarse tan sólo al gobierno. La heren– cia de la guerra es pesada, los márgenes de acción son más estrechos que en la etapa prebélica y ése es el espacio en el que hay que moverse. Sin embargo, es claro que la estrategia de «seducción)) parece agotada. Además, el deseo del pre– sidente Menem de ser invitado oficialmente a Londres o sus numerosas declara– ciones públicas, en las que reiteradamente señala que para el año 2000 las Mal– vinas volverán a la soberanía argentina, han obligado a la Cancillería a moverse en el marco de una diplomacia de plazo fijo, que no es el mecanismo más ade– cuado para abordar un tema tan complejo y sensible S7 • Por otra parte, la decisión de no continuar presionando con el tradicional reclamo en los foros multilatera– les en aras del enfoque bilateral, ha terminado por discontinuar un ejercicio ne– cesario, que hoy resulta complicado retomar. El espacio multilateral adquirió en 1995 una particular importancia, dado que en el Comité Especial de Descolonización se afianzó una tendencia iniciada en 1993, cuando Papúa Nueva Guinea, Sierra Leona y Trinidad Tobago presentaron «explicaciones de posición)), favoreciendo la inclusión del tema de la libre deter– minación en el texto de la resolución sobre Malvinas. En 1995, Papúa Guinea presentó una enmienda al proyecto de resolución, en favor de la libre determina– ción (que se logró neutralizar durante la propia sesión). Además, la Federación Rusa realizó fuertes gestiones tendientes a introducir en el programa de trabajo del comité, la necesidad de revisar la lista de territorios bajo su competencia (eliminando, entre otros, la cuestión Malvinas). Sobre esta base, los isleños, ava– lados por Gran Bretaña, han expresado su intención de que el comité vote en julio de 1996 una cláusula favorable a su propósito de autodeterminación, lo que podría ser un primer paso para convertir a las islas en un Estado libre asociado al Reino Unido. Estos últimos hechos muestran la necesidad de buscar nuevos caminos diplo– máticos (entre ellos, recuperar las instancias multilaterales), como así también de construir consensos internos en torno a un tema que trasciende las divisiones parti– darias o las naturales diferencias que se producen entre gobierno y oposición.

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