América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

179 vos temas de la agenda «negativa» de Estados Unidos en la región (corrupción, seguridad jurídica, narcotráfico y terrorismo). De todos modos, las presiones de actores estatales y privados norteamericanos en estos temas, en especial corrup– ción y seguridad jurídica, constituyen, en nuestra opinión, una forma de «inter– vencionismo deseable», dado que van a ayudar a fortalecer y profundizar el pro– ceso democrático argentino. En suma, la primera «rueda maestra» parece mar– char sin mayores inconvenientes a la vista y se trataría, de aquí en más, de mante– ner el rumbo elegido, pero ya sin la carga de la prueba de tener que mostrar, mediante gestos exagerados, que Argentina es un p3ís definitiv3mentc compro– metido con la democracia y los valores esenciales de Occidente. Así, la segunda «rueda maestra» d(~ la política exteriores la que prob3blemen– te requiera la mayor cuota de energía y esfuerzo en los próximos años. En efecto, las relaciones con el Mercosur má~ Chile tendrán que enfrentar los problemas propios de la profundización del proceso original y los que provengan de la am– pliación a nuevos socios. Por cierto, 13s dificultades serán muchas, pero también las oportunidades. Por ejemplo, las que h3n abierto el 3cuerdo con la Comunidad Europea o el ingreso de Chile al Mercosur, que puede ser en el mediano plazo una puerta de acceso clave para el desarrollo de las rel aciones comerciales con la todavía postergada cuarta relación preferente: la región Asia-Pacífico, donde Ar– gentina sólo coloca el 8 por ciento del total de sus exportaciones, mientras que para los asiáticos el mercado argentino apenas suma el 0,1 por ciento de sus compras 55 • Las ventajas del proceso de integr3ción iniciado en el ámbito geográfico más cercano no deben verse tan sól.o desde el punto de vista del comercio. La sub– región avanza en el sentido de la interdepenclencia compleja y esto, ciertamente, tendrá efectos positivos en el plano político y de 13 segurid3d 56 . Los conflictos entre los países del área no desap3recerán, pero tendrán otra naturaleza y se administrarán dentro de un marco C3racteriz3c10 por la cooperación. Vale recor– dar, por ejemplo, que los pocos desencuentros producidos en las relaciones bila– terales argentino-brasileñas, durante el período an3lizado, fueron considerados de orden «técnico» por la Cancillería argentina. En suma, las relaciones con Est3dos Unidos, el M(:~rcosur más Chile y la Unión Europea pueden anotarse en la pági n3 del haber de la poi ítica exterior. Las rela– ciones con Asia-Pacífico son todavía terra incógnita, 3unque su desarrollo depen– de esencialmente de la acción de los actores privados, quienes no han mostrado

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