América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
175 y completar la legislación aplicable a todo el área bajo su control, aunados al hecho de que no se habría podido revertir el desapego de los isleños por Argenti– na, son los argumentos que ha utilizado la oposición para cuestionar la estrategia seguida por la Cancillería, a la que acusan de excesiva tibieza frente al Reino Unid0 46 . Frente a estas críticas, el gobierno replica apelando a dos argumentos estre– chamente relacionados. Primero, yen función de las asimetrías de poder entre las dos partes, que para recuperar las islas, Argenti na tiene que negociar no sólo desde el derecho (que lo tiene a su favor), sino desde la autoridad que irá ganando en la medida en que afiance la democracia, la estabilidad económica y su com– promiso con la defensa de la paz y la seguridad mundiales. Desde esta perspecti– va, se dice que la estrategia más aconsejable -en realidad esto debería leerse como «única alternativa razonable»- es la de mantener hasta donde sea posible una actitud negociadora y de conciliación. Para la administración Menem, la «du– reza» sólo sirve para hacerle el juego 3 los duros tanto en Londres como en las islas. Aun más, se sostiene que 13s posiciones «acomodacionist3s», son parte de la expresión del cambio producido en la sociedad argentina y de la madurez 31canzada en los últimos años. En este sentido, el gobierno no pierde oportunidad para señalar que la «inmadurez» de los argentinos ha sido uno de los tantos argu– mentos utilizados por Londres para justificar su oposición a la «transferencia» (devolución para Argentina) del territorio. Segundo, yen lo que hace a las medi– das dirigidas específicamente a los isleños, se destaca que la política de seduc– ción no consiste en ~~encantar» a los habitantes de las islas, sino en buscar y desarrollar emprendimientos conjuntos p3r3 que ellos «lleguen por su cuenta a formarse un3 opinión acerca de dónde residen sus mejores intcreses»47. Lo concreto es que para fines de 1995, Londres continuaba con el embargo militar, la invitación a Menem a Gran Bret3ñ3 (un deseo que el presidente argen– tino jamás ocultó desde la reanud3ción de relaciones diplomáticas) seguía sujeta a los vaivenes de los temas principales de la 3gend3 Malvinas, un acuerdo de pesca de mediano plazo aparecí3 como algo lejano de alc3nzar, y el espinoso tema del petróleo se había en parte destr3bado, luego ele atr3veS3r circunstancias extremadamente críticas. Los isleños, por su 13do, reafirmaron por diversas vías sus intenciones de mantener y reforzar su domi nio sobre el territorio en disputa. En el tema pesca, los dos países se han limitado a interc3mbiar opiniones e información sobre datos de captur3, esfuerzos de pesca y conservación de las
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