América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

171 febrero de 1994 ya raíz de las gestiones conjuntas de la Canci lIería y el Ministerio de Defensa argentinos, se concretó un acuerdo para equiparlos con radares, pero con un alcance menor al requerid0 34 • Finalmente, la demanda inicial de Argentina obtuvo satisfacción y fueron los problemas económicos derivados de la crisis finan– ciera mexicana los que, en 1995, demoraron la concreción de los contratos. Respecto de los beneficios materiales de la cooperación militar yel interés argentino por las inversiones estadounidenses en este sector, cabe destacar que el desmantelamiento del proyecto Cóndor 11 y el levantamiento del secreto militar posibilitaron en noviembre de 1994 concluir exitosamente las negociaciones de diez meses con la firma norteamericana Lockhead. La empresa se hizo cargo de la fábrica de aviones del área Material Córdoba, donde se había desarrollado el programa misilístico argentino, para explotarla durante cinco años con opción a veinte más. La principal apuesta de la Lockhead es la de operar como un centro regional de reparación de aviones comerciales y militares de varios países lati– noamericanos. Por último, la eventual participación militar argentina en la lucha contra el narcotráfico apareció en la agenda bilateral, al menos de manera expresa, hacia mediados de 1995. El interés del gobierno de Estados Unidos en que las Fuerzas Armadas latinoamericanas se sumen, conforme a las circunstancias de cada país, al combate contra el narcotráfico fue expresado durante el encuentro de minis– tros de Defensa de América, realizado en agosto de 1995 en Williamsburg 35 • El pedido de participación fue acompañado de promesas de aportar fondos concre– tos e importantes destinados a este efecto. El tema despertó interés en sectores del Ejército argentino, debido a que consideran esta alternativa como una oportuni– dad para mejorar su situación presupuestaria J &. Las declaraciones oficiales en este sentido se cruzaron. Al tiempo que el jefe del Estado Mayor reiteraba su postura de mantener al Ejército fuera de las cuestiones de seguridad interna 37 , otros ofi– ciales manifestaban opiniones contrarias y el propio presidente Mencm se decla– raba dispuesto a contemplar el tema en «casos de excepción»38. Con indepen– dencia de estos juicios, la posibilidad de que los militares argentinos combatan el narcotráfico tiene serias dificultades: las leyes de Defensa y Seguridad Interior vigentes prohíben a las Fuerzas Armadas la intervención en asuntos que, como éste, son considerados de seguridad interna 39 .

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