América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
170 pués de haber desempeñado la función públ ica. Finalmente, es preciso mencionar en el conjunto de las relaciones argentino– norteamericanas los avances producidos ~n el terreno de la cooperación militar. Las pasos dados por el gobierno argentino en este sentido persiguieron tres obje– tivos principales: a) promover, en concordancia con una de las metas prioritarias de la política de defensa de Estados Unidos hacia América Latina, el desarrollo de una relación institucional entre el Ministerio de Defensa de Argentina yel Depar– tamento de Defensa norteamericano; b) flexibilizar las objeciones a la venta de armas que Washington mantenía a raíz de la guerra de Malvinas, quebrando de este modo el embargo establecido por el Reino Unido desde 1982; y, c) atraer capitales estadoun idenses en proyectos de privatización de fábricas mil itares ar– gentinas. En cuanto al primer objetivo, el aspecto más destacable fue la creación en noviembre de 1994, durante la visita a Buenos Aires del secretario de Defensa norteamericano, William Perry, del Grupo de Trabajo Bilateral Argentina-Estados Unidos. El objetivo más importante del mismo es institucionalizar y centralizar la cooperación mil itar entre ambos países en los respectivos Mi nisterios de Defensa, evitando de este modo las relaciones directas -subterráneas o no-- entre las res– pectivas Fuerzas. Cabe apuntar que, hasta el momento, Argentina es el único país fuera de la OTAN con el que Estados Unidos integra un grupo de estas caracterís– ticas. A fin de evitar malos entendidos, cabe también apuntar que esto no se debe a una particular importancia estratégica de la Argentina, sino a la suma de dos factores principales: a) el patrón de relaciones cívico-militares existente en el país, que posibilita la centralización (y control por los civiles) de la política de defensa; y b) el enorme interés demostrado'por el gobierno argenti no de sumarse a iniciativas de este tipo, a las que considera vitales para reforzar su alianza estra– tégica con Occidente. En cuanto a los otros dos objetivos mencionados, el gobierno argentino recu– rrió a los cambios introduéidos en la política exterior)', más específicamente, en materia de seguridad internacional para sol icitar la cooperación norteamericana. A pesar de que Washington reconoció y apreció estos cambios, fue en un princi– pio sensible a las objeciones de Londres cuando se trató de transferencias de alta tecnología. Tal fue el caso de los 36 aviones de combate A-4M Skyhawks que Estados Unidos, luego de un año y medio de negociaciones, ofreció vender pri– mero sin ningún tipo de radar, cediendo a las presiones británicas, y luego, en
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