América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
166 El cambio de la posición de Argentina frente a Cuba (para ponerlo con más propiedad, el descongelamiento de la relación Menem-Castro), producido en la cumbre de Bariloche, obedeció a varios motivos y, sin ninguna duda, fue un paso no menor si se considera que en otras ocasiones Menem había llegado a sugerir que sólo la desaparición física de Castro conduciría a Cuba a la democracia o a declarar que daría su vida por la libertad de los exiliados cubanos. En Bariloche, Argentina encontró que su propuesta inicial de ligar el pedido de levantamiento del embargo a la democratización de Cuba no tenía posibilidades de aprobarse debido a dos razones principales. Por un lado, aparecía defendiendo una postura que en– cerraba el peligro de perpetuar (o al menos fortalecer) lo que se buscaba elimi– nar: el régimen de Castro. Es bien sabido que el líder cubano ha sabido utilizar las presiones y amenazas externas como una justificación de los errores y fracasos de su gobierno. Por otro lado, mantenía un tono de dureza en un momento en el que la propia administración Clinton favorecía una línea de acción más flexible hacia la isla, a través de disposiciones que facilitaban los viajes y el envío de ayuda humani– taria, así como el intercambio culturaf24. Además, el presidente norteamericano había envíado para esa época mensajes muy claros a los líderes de América Latina y Europa para que lo ayudaran a detener las medidas de endurecimiento de las sanciones a Cuba que entonces debatía el Congreso de su país, bajo el impulso de los republicanos. En este marco, el gobierno de Menem se sumó al consenso alcan– zado en la V Cumbre Iberoamericana, pidiendo, al igual que el resto de los países que integran ese foro, la terminación del bloqueo a Cuba, sin dejar de insistir en su reclamo de democratización del régimen cubano y en el respeto a los derechos humanos. En la misma dirección, Argentina votó en noviembre de 1995 a favor de una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas que reiteró «su exhor– tación a todos los Estados a que se abstengan de promulgar y aplicar» un bloqueo comercial, financiero y económico contra Cuba 2s . Por cierto, el progresivo alejamiento de las posiciones ele dureza no se debió solamente a cuestiones de orden político. Urgido por los problemas económicos, el gobierno argentino comenzó a explorar en 1995 la manera de cobrar los 1.280 millones de dólares que Cuba le debe a la Argentina desde 1973. Así, en agosto de 1995, una delegación oficial de la Cancillería argentina encabezada por el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Campbell, visitó la isla y firmó un acuerdo de garantías recíprocas de inversiones. También se lleva– ron a cabo conversaciones para encontrar un mecanismo de pago de la deuda
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