América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996
150 LA SEGURIDAD El segundo tema en la agenda interamericana lo constituyen las asimétricas relaciones hemisféricas en el campo de la seguridad, área extraordinariamente sensible en cuanto están involucradas las Fuerzas Armadas como actores centra– les en la vida política de los países latinoamericanos. Varias tendencias se pueden observar en este campo. Un nuevo orden de seguridad hemisférico implica la adopción de acuerdos sólidos y compatibles entre Estados Unidos y los países de América Latina. Advirtiendo la profunda asimetría militar que existe entre ambos actores, Estados Unidos debe reconocer la necesidad imprescindible de estable– cer regímenes de seguridad cooperativos en el hemisferiol~. Siguiendo a Marcella 15 , finalizada la guerra fría, Estados Unidos y América Latina deberían redefinir su relación estratégica. En efecto, existe una tendencia generalizada a reducir las Fuerzas Armadas en todo el continente, disminuir los presupuestos de defensa, los roles y las misiones militares. Sin embargo, plantea Marcella, estas funciones fundamentales de las Fuerzas Armadas -defensa exter– na y seguridad- deben prevalecer, pues negarlas equivale a la disolución de la institución militar 16 • Por su parte, Estados Unidos deberá influir en este debate de la redefinición, considerando que las estrategias y rol de las Fuerzas Armadas latinoamericanas deberán surgir del diálogo democrático entre civiles y militares dentro de la región, evitando imposiciones externas. Es claro, también, que la percepción de las instituciones armadas -tanto de Estados Unidos como de América Latina- respecto a su involucramiento en la lucha contra el narcotráfico o en acciones medioambientalistas, carece de justifi– cación, pues <da conservación de la paz interna, la tranquilidad, el orden y la seguridad pública están fuera de la misión de las Fuerzas Armadas (...) cualquier empleo eventual de las Fuerzas Armadas es completamente anormal,,!7 y sólo se justificaría cuando se hayan agotado los medios ordinarios. No obstante, se puede reconocer -así como en el tema vinculado con el libre comercio- que en Estados Unidos existen tendencias que desean disminuir al máximo el involucramiento militar norteamericano en el exterior, en una suerte de postura neoaislacionista en la que convergC:'n tanto liberales como conserva– dores. A su vez, América Latina deberá readecuar en los próximos años sus institu– ciones militares en función del desarrollo político, económico y social, configu-
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