América Latina en el mundo: Anuario de Políticas Externas Latinoamericanas y del Caribe :1993-1996

122 más por el comercio intraindustrial en el sector manufacturero, no basado en recur– sos naturales, promovido principalmente por la inversión extranjera directa. Por ende, existe una creciente inquietud basada en la presunción de que cuando la economía se recupere, los beneficios derivados de la expansión de las importacio– nes japonesas no sean disfrutados por los países en desarrollo no asiáticos. Ello debido a la formación de un bloque comercial informal alrededor de japón y sus vecinos, conjunto cada vez más amplio y más complementario en el que el desa– rrollo se difunde en círculos concéntricos. Desde esta perspectiva, si no se logra ampliar e innovar la gama de estos productos, América Latina y el Caribe seguirán quedando marginados del mercado nipón, aun en las exportaciones de productos industriales relativamente simples. La liberalización comercial de japón podría fa– vorecer más a sus vecinos asiáticos que a los países de América Latina y el Caribe, al no efectuarse un mejoramiento sustancial en los exportables de los últimos. Desde la perspectiva de los exportadores de productos básicos, existe una preocupación creciente por el hecho de que la demanda de materias primas en los países desarrollados ha ido disminuyendo considerablemente. Sin embargo, en japón no se ha formalizado el proceso de la "desmaterializaciÓn». La cantidad de petróleo crudo y carbón importada, por ejemplo, ha aumentado en casi 40 y 13 por ciento, respectivamente, durante el período 1988-1994. Similarmente, el consumo de algunos productos agropecuarios que interesan aAmérica Latina y el Caribe ha aumentad0 7 • Además, la tasa global de autosuficiencia alimentaria de Japón, expresada en calorías, ha ido declinando; en 1992 era del46 por ciento, la más baja entre los principales países industrializados. El grado de autosuficien– cia, como resultado de los compromisos asumidos dentro del marco de la Ronda Uruguay y de crecientes costos de apoyo interno, tiende a bajar aún más para los productos de gran interés para América Latina y el Caribe. Lo anterior significa que América Latina y el Caribe tienen potencialidades para la expansión de las ventas de productos básicos al mercado japonés, cuyos hábitos de consumo están cambiando rápidamente. Cabe recordar que Japón es el más grande importador de productos alimenticios y materiales agrícolas del mundo. Como lo han mostrado los países asiáticos en el campo de los productos primarios, existen amplias oportunidades para establecer relaciones comerciales mutuamente ventajosas, aprovechando los abundantes recursos naturales existentes en la mayo– ría de las naciones latinoamericanas y la extremada escasez de ellos en japón. Por lo tanto, se desprende que América Latina y el Caribe deberían adoptar un

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